Por Juan Lucca, vicepresidente de ventas para América Latina – D2L
Alguna vez ha estado en un seminario de capacitación o en un aula universitaria y se ha preguntado, “Y bien, ¿Es ésta una hora de mi vida que nunca voy a recuperar?” La respuesta es “sí es posible recuperarla”.
La tendencia educativa que promete devolver a los estudiantes el tiempo perdido se le ha denominado “educación basada en competencias”. Como muchas palabras y expresiones de moda es un concepto que podría sonar complicado e incluso como algo inventado pero, de hecho, ya se ha estado utilizando por algún tiempo. Si bien parecería complicado realmente no lo es tanto.
La educación basada en competencias, es personalizada y le permite al estudiante aprender a su propio ritmo, lo que significa que si usted es capaz de demostrar “competencia” en un tema podría avanzar al siguiente. Así en lugar de seguir metódicamente el material como lo hace el resto del grupo, usted tiene la libertad de avanzar al siguiente desafío, o dedicar un poco más de tiempo a profundizar en un tema particularmente complicado. Esta filosofía ha estado presente durante mucho tiempo como una teoría o un objetivo educativo. Y gracias a la tecnología ha sido posible ofrecer este tipo de aprendizaje de forma personalizada y sin limitaciones de espacio, lugar y tiempo.
La educación basada en competencias le ha ayudado a las empresas a superar un gran número de desafíos. Actualmente a los administradores se les está pidiendo hacer algo casi imposible: Hacer más asequible la educación, facilitarle a los estudiantes adultos el acceso a ella, brindarles más opciones y medir mejor su rendimiento. Así la educación basada en competencias les ofrece una forma de satisfacer todas esas prioridades.
De igual forma las empresas también se están dando cuenta del potencial de este tipo de educación. En la universidad la experiencia educativa incluye realizar actividades fuera de las aulas como practicar algún deporte, socializar y compartir, nadie quiere quitarles eso a los estudiantes universitarios. La educación basada en competencias, no requiere cambios en la vida estudiantil, es un modelo pedagógico y educativo más efectivo para los estudiantes no tradicionales.
Pero en el mundo empresarial cada hora que un empleado invierte en recibir capacitación representa una hora de productividad y rentabilidad perdida. Y si bien la recompensa de tener empleados altamente capacitados beneficia a las empresas, cuanto más eficientemente pueda un empleado aprender esas nuevas habilidades, mejor. Es por eso que muchos directores generales han recurrido a la educación basada en competencias como una manera de garantizar que sus empleados sigan desarrollando nuevas habilidades.
Pero incluso antes de que una persona se incorpore al mercado laboral la educación basada en competencias puede ayudarle a responder más rápidamente a las necesidades de la economía global.
De acuerdo con un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) 36 por ciento de las empresas de América Latina y del Caribe tienen dificultades para encontrar una fuerza laboral capacitada, en comparación con el promedio mundial del 21 por ciento. Si los líderes empresariales y de gobierno no actúan ahora en el futuro se podrían registrar altos niveles de desempleo y un serio estancamiento económico. Entre 30 y 50 por ciento de las empresas de la región ofrecen a sus empleados programas de capacitación. La oferta de entrenamiento es menor entre las PyMEs.
El desempleo en las áreas urbanas de América Latina alcanzó el 6.6 por ciento en 2015 de acuerdo con un reporte de la CEPAL y la OIT (Oficina Internacional del Trabajo). El problema de los modelos de educación tradicionales es que no son capaces de superar obstáculos como este y tomaría años revertir esta tendencia. Si se obliga a los estudiantes a cursar programas de licenciatura de cuatro años o a los empleados a tomar cursos de capacitación por tiempo limitado tal vez se esté capacitando a muy poca gente y demasiado tarde para resolver el problema del desempleo.
La promesa de la educación basada en competencias es que permite que la gente que ya se incorporó al mercado laboral vuelva a capacitarse para los empleos más rápidamente que los modelos de educación tradicionales. Asimismo, permite que los legisladores cambien rápidamente las prioridades a medida que se requieran nuevas habilidades. Siempre que haya empleados o estudiantes que estén dispuestos a tener las habilidades necesarias para responder al mercado, la educación basada en competencias puede apoyar al mercado mejor que los modelos tradicionales de enseñanza con tiempos definidos.
Por otro lado si las empresas y los trabajadores responderán o no a estas fuerzas del mercado es la pregunta del millón de dólares.