Era sábado, hace un par de semanas. Leía el periódico mientras te acariciaba detrás de la oreja. Tú me mirabas, entrecerrando los ojos en silencio.
En la contraportada del diario, una noticia elevaba nuestra historia de amor a descubrimiento científico: una investigación publicada en la prestigiosa revista Science revelaba que los perros y sus amos tejen una red química de cariño cada vez que se miran a los ojos.
Parece ser que el contacto visual entre los tuyos y los míos libera oxitocina, la molécula del amor, así que cuanto más nos miramos, más nos queremos.
Entonces, estamos atrapados en un bucle de amor infinito, tú y yo. Lo dice la ciencia. Aunque creo que eso ya lo sabíamos.
Ven aquí, mírame. ¿Sabes la de cosas que te diría si habláramos el mismo idioma?
Te diría, por ejemplo, que siento mucho vivir en un piso tan pequeño.
Que te mereces una casa grande, y salir todos los días a correr al campo.
Te contaría que se me rompe el corazón cada mañana, cuando me voy al trabajo, porque sé que sabes que te voy a dejar solo.
Si pudiera, te llevaría conmigo hasta la luna. Pero no puedo. Lo siento.
Te aclararía sin falta que la aspiradora no es tu enemiga, no planea nada perverso contra ti. Palabra.
Y también que no hay razón para temer a los fuegos artificiales. Y que, aunque me encantaría, mis piernas no son un refugio a prueba de bombas.
Me gustaría decirte que tu lealtad a veces me abruma, y que todavía no entiendo que tanto entusiasmo quepa en 20 kilos de pelos, huesos y babas.
En serio, ¿cómo es posible que me montes esas fiestas de bienvenida aunque llevemos solo 10 minutos sin vernos?
Si me pusiera, también te pediría que, cuando llueve, hicieras pis un poco más deprisa.
Y que, por favor, dejases de comerte todas las cacas secas que encuentras en el parque.
Ah, y perdona por todas las veces que te he bañado en contra de tu voluntad.
Y por las veces que te he dicho que íbamos al parque… y en realidad, el destino final era la consulta del veterinario.
También te explicaría que, aunque tú quieras hacerte amigo de todo el planeta,tienes que tener cuidado. No todas las personas son buenas.
De hecho, tienes que saber que hay humanos que hacen mucho daño a los tuyos. No te acerques a ellos nunca, tienes que prometerme eso.
Si pudiera, probablemente te daría las gracias por una amistad tan bestialmente pura.
Pero, por encima de todo, te confesaría una cosa: daría lo que fuera por que vivieras tantos años como yo.