PARÍS, FRANCIA (14/MAY/2015).- La simpatía y la espontaneidad de la mexicana Salma Hayek conquistaron el Festival de Cannes, donde habló con naturalidad de su hija Valentina, de sus raíces mexicanas y hasta se hizo un selfie con los periodistas, saltándose la recomendación en contra de los responsables del certamen.
“Estoy muy orgullosa de mis raíces porque me hacen lo que soy”, aseguró Hayek, para quien su hogar está donde está su familia, y ahora es París, donde vive con su marido, el empresario francés François-Henri Pinault, y su hija Valentina.
La mexicana aseguró que siente amor por todos los lugares que, de una manera u otra, han formado parte de su vida. “Estoy muy agradecida de ser de dónde soy, pero también lo estoy por la oportunidad de conocer otras culturas y de representar a otras mujeres en el cine”.
Y agregó con una sonrisa: “También me haría feliz interpretar a un hombre…”.
Con un ajustado vestido negro con grandes flores rojas y la melena suelta de forma muy natural, Hayek se hizo la dueña de la rueda de prensa de presentación de “Il racconto dei racconti”, una puesta al día de los cuentos clásicos del napolitano Giambattista Basile, dirigida por el italiano Matteo Garrone.
Una película coral -con Vincent Cassel, Toby Jones, John C. Reilly o Bebe Cave, entre otros- en la que la mexicana interpreta a una reina capaz de llegar a cualquier sacrificio, primero por tener un hijo y luego por protegerle.
Un “conflicto que muchas mujeres pueden entender”, como explicó la actriz, que aseguró haber entendido muy bien su personaje desde el primer momento.
Aunque ha sido un proyecto complejo y difícil, como explicó divertida, porque Garrone nunca parecía satisfecho con las escenas y por la dura caracterización necesaria para encarnar su personaje.
“No me hicieron un vestido que pesara menos de 30 kilos”, aseguró tras hacer ponerse de pie entre los periodistas al diseñador de vestuario, Massimo Cantini Parrini.
Y contó la dureza del rodaje de algunas escenas que se movían de un escenario a otro, en unos desplazamientos que en ocasiones le llevaba 45 minutos completar debido al peso de sus vestidos.
O la interminable escena en la que la reina persigue a su hijo por un laberinto en el jardín arrastrando un espectacular y voluminoso vestido rojo. “Estaba exhausta”, aseguró Hayek, antes de contar una anécdota que hizo reír a todos los asistentes a la rueda de prensa.
“Después de ocho ó nueve horas de rodaje estaba sudando, y había que saltar, pero mi traje me lo impidió. Y Garrone gritó: ¡que alguien la suba!. Fue humillante, tres hombres me subieron y mientras Massimo gritaba: ¡el vestido, el vestido! y Matteo: ¡la luz!”.
Una película “desafiante, fascinante, valiosa y emocionante”, en palabras de la protagonista de filmes como “Frida”, que destacó la minuciosidad del trabajo de Garrone y lo inesperado de sus decisiones en el camino que debía tomar la narración.
“Es una película que no va a dónde los cuentos suelen ir. Va a lugares únicos de una forma muy única (…) Nunca puedes adivinar adónde Garrone va”, agregó. Porque lo que busca no es que el resultado sea bueno, “sino que sea suyo”.
Y tanto era el preciosismo del director, que hizo construir un corazón gigante, que en la ficción pertenece a un dragón de mar, que la reina que interpreta Hayek se tenía que comer.
“Pero no era solo como un corazón en el exterior, también en el interior, lleno de pasta y dulces, cosas horribles…era asqueroso. Menos mal que estaba mi hija Valentina y me dijo: ‘muerde por delante y puedes escupir detrás sin que te vea la cámara’. Ella me salvó la vida”, explicó.
Derrochando simpatía con los periodistas, la actriz se quedó tras la rueda de prensa para firmar autógrafos, proclamar -en español- que se siente “feliz y emocionada” de estar en Cannes, y posar para cualquiera que quisiera hacerle una foto.
Hasta que, de repente, y sin bajarse del estrado en el que estaban situadas las mesas dijo: “¡Un selfi, vamos a hacernos un selfi!”. Y con el móvil que le dio una ayudante, se dio la vuelta, situándose delante de los periodistas para inmortalizar el momento, pese a las recomendaciones del delegado general de Cannes, Thierry Fremaux, de no hacerlo.