“La soberbia no es grandeza sino hinchazón; y lo que está hinchado parece grande pero no está sano”. San Agustín (Obispo y filósofo).
Hace unos días, estaba esperando en una caja de un supermercado y el cliente que estaba justo delante de mí empezó a contarle a la cajera, sin motivo casi alguno y sin conocerla de nada, un montón de cosas sobre él mismo, sus éxitos, sus virtudes, lo perfecto que era… “Saqué mi carrera con sobresaliente, mi hija esta haciendo un doctorado, actualmente soy director en una empresa…”
La pobre cajera lo miraba y asentía ¿Qué iba a hacer?, pero el hombre seguía y seguía hablando de sí mismo de forma exagerada, como esperando algún reconocimiento por parte de ella o una aprobación.
Me llamó muchísimo la atención y pensé ¿Por qué tendrá esa necesidad de reconocimiento de alguien que ni siquiera conoce? No dudo en que el hombre tuviera todo eso en su vida y es maravilloso, pero ¿Por qué tanta necesidad en resaltarlo y que se entere todo el mundo?
Aunque a priori pensemos que este hombre tiene una autoestima alta y sana porque parece que eso es lo que nos quiere hacer ver, la realidad es que esto no es exactamente así, si no más bien, todo lo contrario.
Las personas con una autoestima alta y óptima se sienten seguros de sí mismos y esa seguridad nace de su propio interior y no es dependiente del exterior, ni de los logros, ni del éxito, ni del físico. Es cierto que estas cosas influyen, pero para nada determinan la autoestima.
Por lo tanto, alguien que está continuamente buscando alabanzas y valoraciones por parte de los demás, está demostrando que él mismo carece de ellas, por lo que probablemente no se guste a sí mismo o no le guste cómo es su vida, pero lejos de reconocerlo y ponerse en marcha para cambiar, lo esconde, se disfraza y le dice a todo el mundo lo maravilloso que es él y todo lo que le rodea, y de esta manera, con este falso reconocimiento, se siente seguro a corto plazo… ¡La posibilidad de un rechazo sería terrible!
El problema es que si bien es fácil engañar a los demás y hacerles creer que somos quien en realidad no somos, no lo es tanto engañarse a uno mismo.
La autoestima inflada surge en la infancia. El niño que no ha recibido por parte de su entorno aprobación, admiración o amor de forma adecuada se percibirá a sí mismo como un ser carente de valor por lo que desarrollará una autoestima baja.
Una vez que el niño es adulto, puede optar por dos caminos diferentes: o bien demandar amor y aprobación por parte de los demás siendo sumiso a las peticiones, dependiente, sin saber decir que no a nada y carente de asertividad por ese miedo al rechazo. O bien exagerar su identidad y su autoconfianza siendo vanidosos y narcisistas y de esta manera protegerse de la posibilidad de que alguien les haga daño o les diga que han fracasado o fallado en algo.
En el fondo, son personas que tienen muchísimo miedo al rechazo y a fracasar, así como a no ser aprobados y reconocidos por todo el mundo. Su actitud es como un camuflaje.
Como estas personas no son capaces de reconocer sus errores, tampoco serán capaces de reconocer que tienen un problema de autoestima y que si quieren, pueden obtener ayuda. Por lo tanto, ayudarles se hace una tarea complicada ya que el primer paso para cambiar es reconocer que algo está fallando.
El problema entonces se va manteniendo a lo largo de los años ya que con su disfraz, nunca se exponen a una opinión negativa por parte de los demás o a que nadie les señale un error o no les reconozcan y si alguien lo hiciera, su actitud sería tan hostil y agresiva que provocarían que nadie más les dijera nada y así salvarían su autoestima de forma momentánea, aunque en el fondo se mueran de dolor. Ni que decir, que las relaciones sociales de estas personas son muy tóxicas ya que los demás tenderán a distanciarse lo que reforzará aún más la baja autoestima de estas personas.
Desgraciadamente, la realidad es la que es y queramos o no siempre habrá alguien que nos rechace, a la que no le caigamos bien o a la que no le parezcamos atractivos. Cuanto antes empecemos a interiorizar y a aceptar esta realidad, antes aprenderemos que el amor propio comienza por nosotros mismos y no por las evaluaciones de los demás, las cuales no podemos controlar de ninguna manera.
Por lo tanto:
– Comienza reconociendo que eres humano y que tienes derecho a fallar y a equivocarte.
– Pide ayuda cuando la necesites pues nadie es competente al 100% en todos los sentidos.
– Reconoce que nadie nace sabiendo y que todos necesitamos practicar para aprender.
– Tú no eres el mejor, siempre habrá alguien mejor que tú. Si quieres ser mejor, trabaja y lucha por tus objetivos de manera sana, sin compararte y sin descalificar a los demás.
– Eres un ser único e irrepetible y valioso solo por existir y por ser quien eres, no necesitas que los demás te lo recuerden cada día. Tú ya sabes quien eres, empieza a quererte más y a ser libre y menos dependiente.
– No tienes que demostrarle a nadie nada. No eres el centro del universo, la gente está ocupada en sus asuntos. Cultiva tu propio interior y el amor y respeto hacia tí mismo. Si te quieres a ti mismo, muestras seguridad y humildad, los demás empezarán a admirarte y quererte también.