¿Por fin una solución para el acné? Eso es lo que asegura un equipo de investigadores de la UC Santa Barbara (EE.UU.) que ha empleado una combinación de ultrasonidos y láser con partículas cubierta de oro para tratar una de las mayores ‘pesadillas’ de la adolescencia. La terapia dirigida podría disminuir la frecuencia e intensidad de los brotes, aliviar el acné en quienes sufren las molestias y el estrés de tratar las espinillas más graves y recurrentes. «Es posible que hayamos sentado las bases de una nueva terapia», señala Samir Mitragotri.
Las espinillas se forman cuando los folículos se bloquean por el sebo, una sustancia aceitosa, y cerosa secretada por las glándulas sebáceas situadas al lado del folículo. La excreción de sebo es un proceso natural y se función es lubricar y hacer resistente la piel al agua. Sin embargo, en ocasiones, los poros de los folículos se bloquean por pelos, suciedad u otros desechos mezclados con el sebo. Además, la sobreproducción de sebo es también un problema que puede estar causado por las hormonas o por medicamentos. Y los cambios en la piel, como su engrosamiento durante la pubertad, también pueden contribuir a la obstrucción del folículo. Cualquiera que sea la causa, la acumulación de sebo alberga bacterias, lo que produce inflamación e infección local, es decir, acné.
La nueva tecnología se basa en la administración de fármacos transdérmica, la especialidad de Mitragotri. La terapia funciona de la siguiente forma: con el empleo de ultrasonidos de baja frecuencia, la terapia empuja las partículas de sílice recubiertas de oro a través del folículo en las glándulas sebáceas. Lo novesoso y extraordinario de estas partículas -señala el investigador- es que cuando se aplica la luz del láser convierten eficientemente la luz en calor a través de un proceso llamado resonancia de plasmones superficiales». El estudio demuestra que, por vez primera, los ultrasonidos, empleados ya para administra fármacos a través de la piel, también son eficaces para admnistrar entregar las partículas en los seres humanos.
Estas partículas de sílice y oro son extremadamente pequeñas -alrededor de una centésima parte del grosor de un cabello humano- pero son claves para la terapia. Una vez que se depositan en las zonas de destino, los láseres se dirigen hacia ellos y, debido a que se han diseñado específicamente para interactuar con las longitudes de onda del infrarrojo de los láseres, la luz se convierte en calor. De esta forma, las partículas calentadas causan la desactivación de las glándulas sebáceas y, como consecuencia, el seboy las sustancias y partículas que bloquea los poros se excretan normalmente. «Si se desactivan estas glándulas, se elimina la raíz del acné».
De acuerdo con la investigación, que se publica en la revista «Journal of Controlled Release», este protocolo tendría varias ventajas con respecto a los tratamientos convencionales. Llamado fototermólisis selectiva, el método no irrita ni reseca la superficie de la piel; además, no supone ningún riesgo de resistencia o secundarios a largo plazo efectos que pueden ocurrir con antibióticos u otros tratamientos sistémicos.
Según Mitragotri, la fototermólisis selectiva está especialmente indicad para aquellos pacientes con acné avanzado, grave o difícil de tratar. Sin embargo, sus efectos a largo plazo todavía no han sido estudiados, como la extensión del daño folicular, y queda pendiente determinar cuáles son los parámetros más eficaces y beneficiosos y qué contraindicaciones pueden existir.