Miercoles, 25 de Diciembre del 2024
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Exposición “Luz Letts. Obra reunida. Retrospectiva 1991 – 2015” en Miraflores

Publicado el 27/03/15

 2002. Luz Letts, Las tentaciones, técnica mixta sobre lienzo, 90.5 x 107

Galería Germán Krüger Espantoso (Av. Angamos Oeste 120)

Inauguración: martes 7 de abril a las 7:00 p.m.

Abierto al público del 8 de abril al 17 de mayo

Visitas guiadas: 21 de abril y 5 de mayo

Esta exposición resume los primeros 24 años de ejercicio pictórico ininterrumpido de Luz Letts (Lima, 1961), una de nuestras más destacadas artistas plásticas. Letts Payet forma parte de la memorable generación de creadores peruanos activos durante la segunda mitad de la década de los ochenta, periodo crítico y paradójicamente pródigo en propuestas artísticas notables.

“Desde su aparición, su lenguaje plástico eminentemente figurativo ha evolucionado sin dejar de ser inconfundible, poniendo a prueba sus premisas conceptuales pues desde entonces, su propuesta ofrece diversas miradas sobre el individuo y la problemática de su comportamiento como ser social” apunta el crítico de arte Manuel Munive, curador de la muestra.

Esta exposición retrospectiva conformada por 77 pinturas y dibujos se podrá apreciar en la Galería Germán Krüger Espantoso del 8 de abril al 17 de mayo. Además la artista realizará dos visitas guiadas los días 21 de abril y de mayo a las 6:30 p.m. El horario de visita a la sala es de martes a domingo de 11:00 a.m. a 8:00 p.m. El ingreso es libre.

LUZ LETTS PAYET

Artista plástica peruana nacida en Lima en 1961. Realizó estudios en la Facultad de Artes Plásticas de la Pontificia Universidad Católica del Perú, donde obtuvo la Licenciatura en Pintura. Ha realizado 17 exposiciones individuales hasta la actualidad en galerías y centros culturales del Perú (Lima y Arequipa); República Dominicana (Santo Domingo); Panamá (Ciudad de Panamá); México (México D.F.) y Honduras (Tegucigalpa).

Ha obtenido las siguientes distinciones: Mención Honrosa, Concurso Nacional de Artes Plásticas, Southern Perú-ICPNA (Arequipa, 1988);  Segundo Premio, X Concurso Nacional de Pintura Michell & Cía., (Arequipa, 1990); Primer Premio, I Concurso Nacional de Dibujo Michell & Cía., (Arequipa, 1990); Premio del Público al Mejor Artista Extranjero, IV Salón de Dibujo Arawak, Santo Domingo (República Dominicana, 1996); Premio de Pintura Villa de Madrid (España, 1998) y Obra Ganadora de la II Bienal Nacional de Lima (Perú, 2000).

Su obra forma parte de las colecciones del Museo de Arte de San Marcos (Lima, Perú); Museo Municipal de Arte Contemporáneo (Madrid, España); Museo de Arte Contemporáneo de Panamá; Museo de Arte Contemporáneo de Arequipa y Pinacoteca del Banco de Crédito del Perú.

LETSS 2

 2008. El puente. 130 x 150 cm. Propiedad de Cecilia Oneill.

Texto de curador

Luz Letts Payet (Lima, 1961) forma parte de la memorable generación de creadores peruanos activos durante la segunda mitad de la década de los ochenta, periodo crítico y paradójicamente pródigo en propuestas artísticas notables. Su trabajo plástico se sustentó desde entonces en un dibujo simultáneamente virtuoso y sobrio que, a partir de su primera muestra personal en 1991 –Soliloquios–, optaría por una austeridad cromática que subrayaba la lectura alegórica de sus composiciones, es decir, la preeminencia de “ideas descifrables”, circunstancia que explicaría su progresivo abandono del óleo por el acrílico y el carboncillo y su tratamiento ortodoxo del soporte – tela, madera o papel[1] –.

En ese aspecto, Luz Letts es una de las pocas artistas locales que ha llevado el dibujo a la categoría de “obra definitiva”, elevándolo de la cualidad exploratoria o de estudio a la que suele confinársele como medio, hecho que se singulariza cuando lo despliega en aquellos formatos denominados “heroicos”. Esta apoyatura constante en lo dibujístico complica a veces a quienes prefieren definir técnicamente un cuadro suyo como “pintura” o “dibujo”. Es por eso que sus cuadros policromos, aun cuando exhiben una gama abreviada y un tratamiento “acuarelado”, constituyen verdaderos acontecimientos de color dentro del conjunto de su producción, tal como lo planteamos en esta muestra retrospectiva que resume sus primeros 24 años de trabajo ininterrumpido.

Al estatismo de las figuras masculinas prioritariamente solitarias y “reenmarcadas” de sus primeros cuadros, —planteamiento a partir del cual derivaría hacia realizaciones en torno a la bandera y la simbología patria— le sucederá la profusión de personajes, dinamizados compositivamente entre sí, cuya escala se reduce cuando la artista plantea un “distanciamiento virtual” respecto de sus escenarios-locaciones-paisajes, adoptando una perspectiva aérea, “a vuelo de pájaro”, que a la vez que “cartográfica” evoca un ordenamiento textil: esta visión del individuo atrapado en una trama y urdimbre sociales, en la que aparece “planiforme” y concatenado —o atado— a otros, es semejante a la relación proporcional de las figuras inscritas en un manto o un tapiz[2].

 En un momento determinado esa “mirada aérea”, omnipresente, que nos ofrece visiones en picado, descenderá y, como es lógico, los personajes no sólo recobrarán su estatura original y su volumetría, sino que la incrementarán en relación a los formatos del cuadro. En esta instancia la mujer que entró a escena hacia 1997 aparecerá como antagonista o “reverso” del varón, con el cual se relacionará en ciclos de beligerancia y tregua, metaforizados particularmente en las composiciones de la última década en las que ya no comparten un mismo ámbito y si lo hacen actúan como individuos de naturaleza irreconciliable.

 Luz Letts ha desarrollado un lenguaje plástico eminentemente figurativo que ha evolucionado sin dejar de ser inconfundible, poniendo a prueba sus premisas conceptuales pues ofrece sucesivas miradas sobre diversos aspectos del individuo humano y la problemática de su comportamiento como ser social sin agotarse.

Manuel Munive Maco (Curador de la exposición)

[1] La experimentación técnica inicial patente en los collages y “ensamblajes” interactivos culminó hacia el año 1996 aproximadamente.

[2] En El tálamo, cuadro de 1992, se hace evidente esta relación: el catre desvencijado que vemos cenitalmente es, a primera vista, un manto Paracas.



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