Según comenta Winston Manrique Sabogal, dos librerías cierran cada día en España. Quedan 3650 espacios independientes de venta de libros. En un año se cerraron 912 y se crearon 226. En cuatro años han perdido 163 millones de euros. ¿Y en América Latina? Mejor ni pensemos.
Murieron 912 y nacieron 226. Esas cifras marcan el declive del ciclo de vida de las librerías en España: cada día se cierran 2,5 de estos espacios, sobre todo pequeños. Y cuando son más los que mueren que los que nacen… el futuro se acorta. La lucha contra ese destino, a través de la reinvención de estos espacios culturales en los últimos años para atraer compradores, apenas le permite aguantar al sector, porque la caída en las ventas no se detiene: en concreto un 18% desde 2011, o lo que es lo mismo, un descenso de 870 millones de euros a 707 en el volumen de facturación durante 2014. Esta situación se suma al SOS lanzado en febrero por los editores, en un país donde el 55 % de la gente no lee nunca o solo a veces.
Este es el panorama crítico que ha presentado la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL) en su informe Observatorio de la Librería 2014. Es el primer gran mapa del sector “en tiempos tenebrosos del libro”, según Miquel Flamarich, de BCF Consultors, encargado de la investigación. Es una muestra del desprestigio que vive el libro en la sociedad española por su pérdida de valor como elemento central de la cultura, se lamenta Juan Miguel Salvador, de la librería Diógenes, y responsable de estudios de CEGAL. Ello es debido a una confluencia de factores que incluye no solo la crisis económica y la irrupción de lo tecnológico y de nuevos operadores globales y virtuales, “sino también a la falta de políticas adecuadas para la lectura por parte del Gobierno, a mejores campañas de márketing y actividades dinamizadoras por nuestra parte y del compromiso de la sociedad y la familia frente al libro y la lectura”, asegura Pilar Gallego, presidenta de CEGAL y del Gremio de Libreros de Madrid. Una prueba más de la caída del consumo de bienes culturales en España, que en seis años ha bajado un 27%.
El estudio recoge los datos hasta agosto de 2014 y solo incluye a las librerías independientes: aquellas en sentido más clásico y otras que —aunque ofrezcan otros servicios— alcancen una facturación por venta de libros superior al 50%, y que no incluye grandes superficies ni cadenas. Con esas características hay 3.650 locales, 686 menos que en 2013 (que era de 4.336). La situación también muestra una cara positiva, “la de quienes, a pesar de todo, se arriesgan a abrir librerías, aunque sean pequeñas, especialmente en Madrid, Barcelona y Valencia”.
Ese relevo generacional hace que el 20% del total de esos establecimientos (728) hayan sido fundados en este siglo XXI. De las librerías antiguas, anteriores a 1940, quedan 103. Héroes, locos o insensatos del libro en un mundo de cambios vertiginosos que empuja a la reconversión o finiquita modelos de negocio a un ritmo inesperado. “Tal vez nos ha faltado ser un colectivo más solidario a la hora de denunciar la intromisión de nuevos vendedores de libros con no muy buenas prácticas que han quitado una cuota de mercado importante”, afirma la presidenta de CEGAL. Recuerda que las librerías se han modernizado, no solo como espacios físicos más atractivos, sino que han ampliado el concepto de librería al incorporar o habilitar rincones para tomar café y charlar, o vender productos aledaños al libro.
A este mea culpa se suma la reflexión de Juan Miguel Salvador, quien no descarta que, quizás, ellos como libreros llegaron un poco tarde a la labor dinamizadora para crear lectores: “Es posible que no hayamos articulado un discurso convincente hacia la sociedad que vinculara al libro con valores positivos y modernos. De asociarlo a la formación del individuo y objeto clave en la sociedad”. Salvador lamenta que las cualidades del libro no estén en boga: “Me refiero a la atención, profundidad, obra acabada, respeto y aprecio por el trabajo bien hecho, objetos para conservar y no para usar y tirar, que responden a un mundo más pausado y reflexivo”. Está convencido de que para el mundo que se avecina, “que tendrá que ser respetuoso con nuevos y más severos límites y menos acelerado, el libro está mejor adaptado que buena parte de la tecnología actual”.
El buen destino de las librerías va asociado a la formación de libreros, “de vendedores que sepan de qué les habla en lector que llega a comprar”, recomienda Teodoro Sacristán, director de la Feria del Libro de Madrid.
¿Y el formato electrónico? “No es competencia, el problema es la piratería”, adivierte Gallego. En la venta online el 95% es de las grandes superficies, cadenas de librerías y operadores como Amazon. A las librerías independientes les queda el 5% del mercado virtual. Ante ello, unieron fuerzas y crearonwww.todostuslibros.com.
En medio de esta vorágine de crisis, Pilar Gallego se interroga sobre el papel de los medios. En los últimos años, dice, “los espacios para cultura se han reducido y se ha creado un vacío en la sociedad. La televisión no ofrece nada. Los periódicos han recortado sus páginas lanzando un mal mensaje al lector. Los suplementos especializados que sobreviven empiezan a dejar de ser referencia para la gente que antes iba a comprar con el recorte en la mano”.
Todo son reinvenciones y fórmulas que apenas sostienen a una de las áreas clave en el mundo del libro, cuya aportación en sus diferentes sectores al Producto Interior Bruto es del 0,7 %, el mayor de la industria cultural. Por eso los libreros esperan que cuando el sector presente al Gobierno el Plan Integral de Librerías y el del Fomento de la Lectura lleguen a un acuerdo rápido, su aplicación sea inmediata y en continua renovación, acorde a los tiempos analógicos y digitales.