Boyhood, un relato del tránsito desde la niñez a la adolescencia filmado a lo largo de doce años, ha sido proclamada mejor película durante la gala de los premios Bafta, una suerte de Oscar británicos que se han fallado esta noche en Londres a tan sólo dos semanas de la ceremonia de la academia hollywoodiense. Julianne Moore y Eddie Redmayne han recibido el galardón en calidad de actriz y actor principales, mientras Patricia Arquette y JK Simmons veían reconocido su trabajo como intérpretes de reparto.
El ramillete de principales galardonados, todos ellos aspirantes asimismo a hacerse con la estatuilla dorada que se entregará el 22 de febrero en Los Ángeles, ven de este modo reforzadas sus ambiciones. Aunque el fallo de los Bafta no siempre coincide con el de los Oscar, las respectivas listas de nominados en la presente edición aparecen casi como un calco en sus principales apartados, que en ambos casos han acaparado las cintas El Gran Hotel Budapest (receptora esta noche de media docena de premios técnicos), Birdman, La teoría del todo, El código Enigma y Boyhood.
Las quinielas se han cumplido tanto al pronosticar el Bafta para Julianne Moore, en su interpretación de una profesora a quien le es diagnosticada la enfermedad de alzhéimer en edad temprana, como para Eddie Redmayne, encarnación cinéfila del astrofísico Stephen Hawking. Cantado estaba también el premio al mejor actor de reparto para el veterano JK Simmons por su papel de un más que exigente profesor de música en la cinta Whiplash, y de quien se espera que haga doblete en los Oscar. Más reñido en el apartado femenino, el Bafta en esa categoría ha recaído finalmente en Patricia Arquette, una actriz que no dudó en involucrarse en el dilatadísimo proyecto cinematográfico de Richard Linklater (Bafta al mejor director).
El galardón a la mejor película extranjera ha recaído en el filme polaco Ida, de nuevo otro título incluido en las nominaciones a los Oscar, que un día antes recibió un Goya de la Academia de Cine española.
El humor sutil y tan británico del actor Stephen Fry, quien cumple ya una década como maestro de ceremonias de los Bafta, ha ejercido de hilo conductor de la velada celebrada en la Royal Opera House de Londres con la presencia de muchas estrellas de ambos lados del Atlántico, que han desfilado por la alfombra roja en un clima gélido aunque (atípicamente) sin lluvia.
La gala, emitida en diferido por la BBC con el fin de reducir su duración a un formato más digerible para el espectador, ha tenido un momento agridulce con el homenaje de la Academia de Cine Británico a Mike Leigh. La trayectoria del veterano director, de 71 años, era reconocida por sus colegas precisamente durante una edición de los Bafta que ha ninguneado su última película, Mr Turner. El biopic del gran pintor inglés, aclamado por la crítica nacional e internacional y que otorgó a su protagonista, Timothy Spall, el premio al mejor actor en el último festival de Cannes, sólo recabó en esta ocasión cuatro nominaciones en apartados menores.
Como contrapunto, el episodio más emotivo y aclamado de la ceremonia ha sido la comparecencia del profesor Stephen Hawking para presentar el premio a los mejores efectos especiales (ganado por el filme Interstellar). La singladura profesional y sobre todo personal del célebre astrofísico trasladada a la pantalla ha sido una de las grandes protagonistas de la noche: La teoría del todo no pudo llevarse el Bafta a la mejor película, aunque sí a su principal protagonista y también a la producción británica más destacada del 2014, un premio entregado por la estrella futbolística David Beckham.