La Cumbre del Clima de Lima aprobó un documento que implica que, por primera vez en la historia de las negociaciones climáticas, todos los países deben presentar acciones para combatir el calentamiento global, de manera que encauza un futuro acuerdo en París 2015, aunque deja muchos frentes abiertos. Según el texto adoptado, “La llamada a la Acción de Lima”, todos los países tienen que presentar a Naciones Unidas, antes del 1 de octubre de 2015, compromisos “cuantificables” de reducción de gases de efecto invernadero de una manera “clara, transparente y entendible por todos”.
Esos compromisos deben ser “ambiciosos” y “justos de acuerdo a las circunstancias nacionales”, y han de ir acompañados de información detallada de las acciones que va a desarrollar el país para que esa disminución de emisiones se cumpla. También se “invita” a los países a que incluyan en sus compromisos cómo van a contribuir a financiar la adaptación a las sequías, subida del nivel del mar o pérdida de cosechas que acarreará el cambio climático; una fórmula lingüística elegante para tranquilizar a los países en desarrollo que se negaban a firmar nada que no hiciera referencia a la adaptación.