Desde que llegó a ATV su meta era “sostener un espacio deportivo casi a la media noche”, como él mismo menciona. Hoy, 13 años después, Eddie Fleischman tiene una sonrisa de oreja a oreja pues El Deportivo está a punto de cumplir 3000 programas al aire este miércoles. Mantenerse tanto tiempo en las pantallas no ha sido fácil para quien llegó a esta profesión de casualidad.
¿Cómo recibes los 3000 programas de El Deportivo?
Yo lo considero como un logro por la vigencia del programa en un horario realmente difícil. Hemos tenido durísimos competidores a lo largo de estos años. Hubo programas más elaborados, con conductores que gozan de gran reputación y, sin embargo, hemos consolidado una audiencia que nos acompaña desde nuestros inicios, y estamos agradecidos por ello.
¿Imaginaste llegar a esta cantidad de emisiones?
Definitivamente no. Cuando llegué a ATV, el reto era sostener un espacio deportivo casi a la medianoche y, a la par, realizar la transmisión del Mundial Japón-Corea 2002, cuyos partidos eran todos durante la madrugada. Ambos objetivos dieron sus frutos, y El Deportivo se consolidó en su horario como un referente en espacios deportivos. Es increíble que, como jugando, hayan pasado 13 años y 3000 programas.
Ahora, ¿qué nuevos retos afrontan para seguir más tiempo al aire?
El principal desafío siempre es mantener la rentabilidad del espacio, siguiendo la línea de un periodismo responsable, informativo y actualizado, pero sin dejar de ser críticos cuando es necesario, y emitiendo una opinión que sirva para mejorar nuestro ambiente deportivo. Después, sólo el tiempo dirá lo que viene.
¿De qué manera crees que El Deportivo ha colaborado a mejorar el ámbito deportivo peruano?
El deporte suele ser visto a la ligera en una sociedad que lo practica muy poco y, a veces, hasta es utilizado y manoseado para otros fines. El hecho de que El Deportivo tengo critica permanente ante la ausencia de una política deportiva de nuestros gobiernos, y ante las falencias que dirigencialmente padece, es ya una contribución.
Además, hemos difundido otras disciplinas. Destacamos a deportistas pocas veces vistos y escuchados. Nos hemos tomado el deporte en serio y ese es, desde ya, un gran aporte a la poca cultura deportiva que hay aquí.
Eddie, ¿cómo llegaste a esta profesión si estudiaste finanzas en la Universidad del Pacífico?
Casi de casualidad, como jugando. Desde niño soy un apasionado del fútbol y del deporte en general. Lo solía practicar, ver, escuchar y leer. Terminada mi carrera universitaria, y por sugerencia de un amigo, tuve una reunión con Micky Rospigliosi (Q.E.P.D.). Gracias a él empecé a practicar en el programa Ovación, de radio El Sol, en 1992. Al año siguiente nos contrataron en canal 7 para hacer el mismo programa. Luego, abrí un espacio radial con programas, transmisiones y, bueno, logré conjugar mi afición por el deporte con mi formación profesional. Y aquí seguimos. Son 22 años en el periodismo deportivo, y 21 en televisión de forma permanente.
¿Cuál ha sido el momento más divertido de tu carrera?
Disfruto muchas cosas. La transmisión de grandes eventos –Mundiales, Eurocopas, Champions, Olimpiadas, etc– es un reto profesional que exige una gran responsabilidad, que general una adrenalina especial. Cada programa que me ha tocado conducir ha tenido la virtud de generarme placer. Y disfruto mucho ahora el contacto con la gente a través de redes sociales. Debatir y defender posiciones ante opiniones diversas.
¿Y cuál fue tu transmisión más emotiva? Durante la final de Brasil te emocionaste mucho al recordar a tu padre.
Todas son muy emotivas y tienen su peculiaridad. Se mezclan sentimientos, entre lo que viven los deportistas mismos, sus hazañas, y lo que vivimos los que trabajamos estos eventos. Hay meses de preparación. Detrás trabaja un gran equipo, cada uno con sus asuntos personales y familiares, etc. Cuando llega a su fin un evento se junta muchas emociones. Efectivamente, recordé muy emocionado a mi padre en la final de Brasil 2014, pero también me tocó anunciar el tercer embarazo de mi esposa en la final de Alemania 2006. Nadie en mi familia lo sabía y, al igual que mis amigos, se enteraron viendo aquel partido por ATV.
¿Hasta ahora sueñas con comentar un partido de la selección peruana de mayores en un mundial? ¿Qué tan cercana está esa posibilidad?
He visto a Perú en mundiales, y me tocó transmitir por ATV el mundial sub-17 desde Corea del Sur en el 2007. Fue especial escuchar el himno peruano en ese torneo. ¡Imagínate si fuera en uno de mayores! Es una emoción distinta que el país en el que uno nació participe, sin duda, pero no sueño con esas cosas. Deseo que se dé un retorno de Perú al mundial, sin duda, pero soy realista y, en el corto plazo, dudo de que suceda. Soy consciente de que al mundial se va por méritos, no por decreto, magia o milagros. Y no estamos haciendo los méritos.
¿Por qué crees que el fútbol peruano, y el deporte nacional, en general, se ha degenerado tanto?
Asistimos a los mundiales ’70, ’78 y 82 con una generación brillante, en una época del fútbol en la que alcanzaba con talento. Eso no existe más. Hoy, las exigencias, en cualquier deporte, son otras, con disciplinas complementarias como la nutrición, desarrollo físico, el estudio táctico, la consistencia mental y emocional. Todo se logra con una tarea constante de formación. En otras palabras, al talento se le sumó trabajo. Y en Perú, desde hace décadas, se ha trabajado poco mal. Los resultados son la consecuencia.