Lunes, 16 de Septiembre del 2024
Versátil, intensa y sugerente, la acuarela —como técnica y medio— ha tenido un importante impulso a través de las cuarenta y dos ediciones de uno de los concursos más antiguos y persistentes de arte a nivel nacional. En esta ocasión, ha logrado convocar a más de un centenar de artistas, quienes participaron con más de doscientas obras provenientes de diversas regiones del país. El jurado se enfocó en realizar una selección que pudiera sintetizar el registro heterogéneo de la práctica de la acuarela en todo el Perú, y a la vez descubrir sus temas, miradas e imágenes más representativas en la actualidad.
La acuarela, que ha sido tradicionalmente el espacio irreductible de la estampa costumbrista y regional, ha sabido también incorporar nuevas inquietudes y perspectivas, sin perder por ello un ápice del celebrado virtuosismo de su ejecución. El trato matérico de la luz y las sombras, la contemplación reflexiva del paisaje y la atención sobre el momento único, siguen siendo los ejes fundamentales de este ejercicio. Su particular cruce actual con la imagen de origen fotográfico, con la abstracción no figurativa y con los encuadres de otros medios como el cine o la novela gráfica, hacen de la acuarela contemporánea un territorio renovado y enriquecido por diversas fuentes.
En esta edición, los premios, así como las menciones honrosas, dan cuenta de toda esa diversidad. Así, el primer puesto, cuya factura inusual de gran formato ha sido ejecutada en una amplia gama de grises, representa escenas en medio de un paisaje solitario y reflexivo. Dicho trabajo ofrece una perspectiva refrescante y personal por la cual su autor, el huancaíno Christiam Nicolás López Aroni, apuesta con persistencia desde ediciones previas. La fijeza y la maestría en la luz, la sintética atmósfera de claroscuros en una escena de recogimiento, hacen del segundo premio, del puneño Javier Luque Mamami, una pieza de particular atractivo. Por su parte, el arequipeño Darwin Foster Acuña Jaén retoma también la dimensión votiva de la luz en una atractiva alegoría de la fe católica, en la contemplación mañanera desde la perspectiva de un mirador.
Frente a la gama de diversos registros en la ejecución y los temas, las menciones honrosas, otorgadas a Raúl García Ambor, Juan Manuel Champi Huamani y Freddy Jorge Champi Vilca, terminan siendo, asimismo, parte de la voluntad de este concurso por otorgar reconocimiento y medir las diversas sensibilidades presentes en esta convocatoria, en un arco que va desde la representación realista, a la mirada anecdótica del costumbrismo y a la búsqueda subjetiva de la abstracción.
Todo este esfuerzo constituye una mirada particular, que las más de cuatro décadas de este concurso institucional convierten a su vez en un reconocimiento y un censo acerca del imaginario nacional.
