Seúl, ago. 18. El papa Francisco concluyó hoy en Seúl el primer viaje papal a Asia en 15 años, con un emotivo llamado a la unidad entre los coreanos del Norte y del Sur, que son “una familia”
La súplica, pronunciada en una misa por la paz y la reconciliación en la catedral Myeongdong de Seúl, coincide con el inicio de los ejercicios militares anuales de los ejércitos surcoreano y norteamericano, condenados por el régimen de Pyongyang.
Recurriendo a la retórica habitual en estos casos, el Norte, que el jueves ensayó misiles tácticos coincidiendo con la llegada del sumo pontífice, advirtió que estos ejercicios pueden llevar a la península “al borde de la guerra”.
En su homilía, pronunciada en presencia de la presidenta Park Geun-Hye, bautizada católica, Jorge Bergoglio se dirigió a los coreanos, divididos en dos Estados desde el final de la guerra de 1950-1953.
El papa los invitó “como cristianos y como coreanos a que rechacen con fuerza una mentalidad fundada en la sospecha, la división y la competitividad”.
Como hizo durante toda su visita de cinco días, en ningún momento citó a los dirigentes comunistas de Pyongyang, ni se dirigió a ellos.
El Vaticano no mantiene relaciones diplomáticas con el Norte, donde una pequeña comunidad católica está reconocida pero es severamente controlada. El régimen norcoreano se burló incluso de la visita del “seudopapa” al Sur capitalista.
Ante el altar, se instaló un rollo de alambre de púas recordando la herida de una división heredada de la Guerra Fría que aún afecta a unas 70.000 familias.
“La misa de hoy es ante todo una plegaria por la reconciliación de esta familia coreana”, dijo el jefe de la Iglesia católica, confiando en que Dios la escuche: “es todo un pueblo que dirige su dolorosa súplica al cielo”.