De complexión atlética y con un metro noventa y tres centímetros de estatura, no cabe duda que la naturaleza fue pródiga con el defensa central del César Vallejo Luis Guadalupe, el “Gua Gua” para Sergio Markarián, el “Obelisco” para algunos, El “Káiser de los Andes” para otros, el “Cuto” para todos. Pero, como si estableciera una suerte de equilibrio, no lo dotó del talento necesario para explotar al máximo semejante potencial. De haber contado con la capacidad, digamos, de un William Chiroque o, viceversa, de haber contado William Chiroque con ese descomunal físico, ya nos imaginamos lo que hubiera aportado al fútbol nacional. A pesar de ello, William Chiroque ha podido brindar páginas memorables. Luis Guadalupe, por su parte, amén de hacernos extrañar la época dorada del fútbol peruano, nos hace recordar que el período de crisis está en su etapa más álgida.
Con pocas virtudes y muchas limitaciones, que se expresa en su incapacidad para cabecear, en la lentitud de sus desplazamientos, en sus falsas salidas, Luis Guadalupe ha sabido sacar provecho al máximo de su biotipo jugando al filo del reglamento (o incluso prescindiendo de él). Pero si el choque, los codazos, los manazos y las patadas cumplen un rol preponderante en su juego, no podemos soslayar la cuota de histrionismo del cual se vale en determinados pasajes del partido con caídas aparatosas, provocando la ira en algunos hinchas y carcajadas en otros.
Desde su aparición en el fútbol con el Yo Calidad Chalaco, pasando por Universitario de Deportes, club con el cual obtuvo tres campeonatos consecutivos, hasta clubes extranjeros como el Independiente de Avellaneda, Luis Guadalupe ha sido ubicado en distintos puestos, dejando la sensación de ser un jugador polifuncional. Ahora sabemos que se trataban de intentos por tratar de encontrarle un lugar donde rindiese mejor o, si se quiere, donde hiciera el menor daño posible.
Un hecho que alguna vez fue historia pero que hoy se propala como leyenda urbana sucedió en el año 2000, cuando Luis Guadalupe fue transferido al club KV Mechelen de la Liga Jupiter Belga. ¿Cómo hizo el empresario para vender a Luis Guadalupe al fútbol belga? ¿Qué estrategia marketera empleó para hacer vendible un jugador invendible para el mercado europeo? Porque aun contando con las técnicas más avanzadas en la edición de vídeos, con suma dificultad podría crearse una versión superada del Cuto, que en el mejor de los casos lo haría atractivo para el mercado de Oceanía. ¿Recurrió acaso al uso del mensaje subliminal, interpolando, digamos, imágenes de Pelé o Maradona? No, exactamente. El empresario optó por algo más visible pero igualmente indiscernible, transformó a Luis Guadalupe en Eduardo Esidio, un jugador brasileño que militó en el club crema y que destacó por su potencia y velocidad, así como por su fuerte disparo de zurda. Valiéndose del parecido físico a cierta distancia y abusando de la buena fe del entrenador del equipo, Valére Billen, vendió a Luis Guadalupe con vídeos de Eduardo Esidio. En el primer día de entrenamiento, el técnico belga no tardó en descubrir el engaño, al percatarse de la invalidez del Cuto con el pie izquierdo.
Con 37 años de edad y habiendo cumplido hace poco cuatrocientos partidos en la primera división del fútbol peruano, Luis Guadalupe sigue siendo un jugador muy solicitado en el medio local. En los últimos años ha alternado en clubes provincianos: Juan Aurich (2008-2009), León de Huánuco (2010), Juan Aurich (2011-2012), Real Garcilaso (2013). César Vallejo acaba de incorporarlo en sus filas, a pedido expreso del director técnico Franco Navarro. Tomando en cuenta de lo que ha sido capaz de ofrecer en su dilatada carrera profesional y considerando que se encuentra en su etapa final, ¿por qué razón se mantiene vigente en el fútbol nacional? ¿Por qué los equipos se disputan por contar con su presencia?
De una cosa estamos seguros, Luis Guadalupe encaja perfectamente en el actual nivel del fútbol peruano; su archiconocido repertorio futbolístico resulta más que suficiente para brindar partidos aceptables. Además, ha demostrado un profesionalismo que le permite seguir jugando a pesar de ser veterano; tiene una personalidad carismática y expansiva; y posee un insospechado don de mando. Como si esto no fuese suficiente, parece contar con un torrente de eso que los gurús de autoayuda denominan energía positiva, que la transmite a sus compañeros de juego.
POR: RVP