Al igual que Juan Flores, el nombre de Wílmer Aguirre está inevitablemente ligado a los bloopers. A diferencia de Juan Flores, quien en la mayoría de los casos desempeña el papel de receptor, Wiílmer Aguirre cumple el rol de agente. Es decir, mientras Juan Flores comete errores garrafales en su afán de resguardar su arco, Wílmer Aguirre desaprovecha oportunidades claras de gol frente al arco contrario, incluso estando éste desguarnecido. Si el día que Martín Palermo se retiró del fútbol, los hinchas del Boca Juniors, en su afán de homenajearlo, le obsequiaron un arco, ¿qué deberían regalarle los hinchas de Alianza Lima a Wílmer Aguirre el día que deje el fútbol? ¿El horizontal del arco? ¿Uno de los verticales? ¿El vértice derecho? De lo único que estamos seguros es que cualquier parte del arco, menos las redes.
Un delantero eficaz conforma con el balón y las redes una tríada indisoluble. Por su poca pericia con el balón, Wílmer Aguirre no permite que éste se acerque con frecuencia a las redes. Por la derecha, por el centro o por la izquierda, Wílmer Aguirre no desaprovecha la oportunidad de enviar la pelota a cualquier parte menos al fondo del arco. Su falta de domino del balón no se limita únicamente a los pies; Wílmer Aguirre falla, con igual determinación, con la cabeza o con cualquier parte permitida del cuerpo.
Debería ser el enemigo no declarado de los arqueros, pero estamos seguros que Wílmer Aguirre es el delantero que todo arquero, más aún si no es muy capaz, sueña tener en el bando contrario. Sabe que a lo largo de los noventa minutos se convertirá en el socio involuntario de sus defensores.
Ahora bien, si es tan poco eficaz con el balón como sostenemos, ¿cómo se explica su actuación frente a Estudiantes de la Plata en la Copa Libertadores del 2010, en la cual convirtió tres goles y dio una asistencia de gol? Digamos que ese día fue excepcional en su carrera. Excepcional en su doble acepción, por lo extraordinario de su actuación, así como también por su carácter de excepción. Wílmer Aguirre nunca había jugado en ese nivel superlativo y, muy posiblemente, jamás volverá a hacerlo. Por primera, única y última vez justificó su apelativo de “zorrito”, pues se mostró veloz, movedizo, inteligente, astuto e infalible. Si bien su actuación le sirvió para transferirlo a San Luis de México, no comportó un punto de quiebre en su carrera profesional. Diremos más bien que se trató de un paréntesis. San Luis compró a un Wílmer Aguirre soberbio, sin sospechar que había adquirido un Wílmer Aguirre modesto. Cansados de esperarlo, optaron por devolverlo al club íntimo.
A continuación lo invitamos a corroborar lo que afirmamos viendo dos videos: El de su actuación descollante ante el club argentino Estudiantes de la Plata, y una antología de sus goles perdidos. El clímax de este último se da cuando el llamado “Zorrito” tira por encima del horizontal una pelota que solo bastaba con empujarla.
Falta incluir el gol que erró ante FC. Melgar (2013). Ante la salida del arquero Leao Butrón, el delantero Wílmer Aguirre remata el balón hacia el lado derecho, pero choca en el vertical con tan buena suerte que en el rebote se dirige en línea diagonal hacia él. Pero el “zorrito” Aguirre se había ido hacia las tribunas a festejar el gol del triunfo y, cuando reaccionó, ya era demasiado tarde, pues Lea Butrón ya le había reducido el ángulo.
POR: RVP