Por Alejandro Jodorowsky
¿Cómo ayudar psicológicamente a alguien? Cuando leo el Tarot, me olvido a mí mismo. Tengo frente a mí a un consultante sumido en sus oscuros problemas. Yo “veo” la prisión mental donde vive. Sacarlo de ahí se me hace imposible, porque para ello tendría que demoler sus límites y hacerlo cambiar.
Pero la persona creyendo ser la identidad artificial que le ha dado su familia, su sociedad y su cultura, no concibe salir de su cárcel. Le digo: “Si tú no cambias, nadie te puede cambiar, si tú no te sanas a ti mism@, nadie te puede sanar. Pueden eliminarte los síntomas, pero el motivo de tu sufrimiento, de tu dolor de vivir, sólo tú puedes encontrarlo.”
Me preguntan entonces: “¿Cómo puedo deshacerme de esta falsa personalidad, para encontrar la alegría de vivir?” Si tú, que ahora lees me preguntas lo mismo, te propondré:
1.- Recuerda alguna cosa del pasado, algo que hayas visto o hecho. Y el sentimiento que esto te ha producido.
2.- Recuerda ahora algo que hayas soñado.
Te darás cuenta que no hay diferencia en tu mente entre algo que has hecho y algo que has soñado: ambas cosas son recuerdos. La memoria de lo que hiciste y la memoria de lo que soñaste, tiene la misma consistencia. Sueño y realidad se han vuelto iguales. Estableces diferencias entre ellos por el impacto emocional que produjeron en ti.
A ese impacto le llamas “mi pasado”. Es decir que tu pasado es un entreteje de actos en la vigilia y en el sueño…Si te das cuenta de esto, verás que puedes cambiar ese pasado, agregando cosas a lo que recuerdas o viendo lo que experimentaste, desde otro punto de vista. (Cuando te recuerdas el sitio donde viviste cuando eras niñ@, lo ves como un universo inmenso. Pero si regresas ahí años más tarde, te das cuenta que era un sitio pequeño). En la infancia, tu barrio te parecía inmenso, ahora, ya adult@, lo recorres en cinco minutos. ¿Comprendes?
El recuerdo cambia según de qué punto de vista lo evocas… El Ser esencial, personalidad real, ilimitada, es la naturaleza de cada ser humano, un tesoro maravilloso encerrado en el ego, un cofre que puede mantenerlo preso toda la vida.
Cada vez que tengas un recuerdo doloroso de tu infancia, viaja por tu memoria y, con la edad que tienes hoy, dile a tu niñ@: “Pequeñ@ mí@, no estés triste, no estás sol@ . Yo estaba contigo, acompañándote todo el tiempo. Soy tu amig@. Juega conmigo”… Y así agregas a tu infancia cosas que no tenías en tu memoria y la cambias.
Puedes agregar alas invisibles a tu niñ@ y hacerl@ volar, darle belleza, darle valores, colorear las calles, llenar su casa de objetos preciosos, hacerl@ conversar con los animales y las plantas, mejorar a sus padres, etc… Y si tú, hoy estás triste, puedes invocarte a ti mism@, cuando serás un/una ancian@ sabi@ que te diga: “Querid@, soy tú con cien años más. Ya lo ves, no estás sol@, estoy junto a ti. Tengo una inmensa sabiduría y puedo aconsejarte”.
Si agregas importantes detalles a tu memoria, tal como hace un artista cuando pinta un cuadro o filma una película, puedes cambiarla, agregarle felicidad. Si quieres liberarte del sufrimiento pasado, colorea y enriquece tu memoria. Otórgate lo que no te dieron. Haz lo que no hiciste.
Ahora mismo, elige algún recuerdo doloroso, míralo desde otra edad y dale nuevos aspectos, todos ellos positivos. Por ejemplo, si viste el cadáver de un perro podrido, hazlo integrarse a la tierra, convertirse en abono y dar origen a hermosas flores. Por otra parte, lucha para no pensar que el futuro es terrible e imagina, crea en tu mente un futuro precioso. “Sí, un día moriré, pero muy agradablemente: mi conciencia, gota divina, regresará al océano divino, que es un orgasmo eterno”.
Esta técnica de cambiar el pasado, agregando aspectos agradables a mi memoria la descubrí en la época en que Hollywood comenzó a colorear sus viejas películas filmadas en blanco y negro.
Debemos tratar a nuestra memoria como si fuera un diamante cubierto de carbón. Vamos a pulirla hasta dejar al descubierto su belleza y luego tallarle facetas para enriquecerla.