Cinco mil peruanos con ceguera reversible podrían recuperar la vista con un sencillo trasplante de córnea, procedimiento quirúrgico que se practica en forma gratuita en el Instituto Nacional del Oftalmología (INO). Sin embargo, un obstáculo es la escasa disponibilidad de tejido corneal en el banco de ojos del sector Salud.
En todo un año, el banco de ojos que administra el INO registra apenas 120 donaciones de córneas –aproximadamente–, cifra insuficiente para atender una demanda de trasplantes que crece mes a mes. El problema es que aun si un ciudadano figurase como donante en el DNI, al fallecer es su familia la que decide si se le retiran órganos para favorecer a otras personas.
“El 82% de las causas de ceguera son prevenibles o curables”, acota la directora general del INO, Betty Campos Dávila: “Necesitamos impulsar más la cultura de la donación; todavía hay mucha insensibilidad en este tema”.
En las clínicas privadas la situación es distinta. Un paciente con recursos puede literalmente importar una córnea de Colombia o Estados Unidos y resolver su problema de ceguera.
La discapacidad visual en el país afecta a 800,000 personas, en tanto que la prevalencia de ceguera entre hombres y mujeres mayores de 50 años es de alrededor de 2%, explica, a su turno, el oftalmólogo Víctor Dulanto, miembro del cuerpo médico del INO.
Problemas frecuentes
Un indicador para entender la realidad de la salud ocular en el país resulta de la afluencia de pacientes en este instituto: cada año se ofrecen 350,000 atenciones para patologías complejas y simples.
Son patologías complejas las cataratas, el glaucoma, la maculopatía senil, la retinopatía y los tumores. En cambio, son problemas simples los errores refractarios, la conjuntivitis, la blefaritis y los chalazios.
Sesenta de cada 100 casos que llegan al INO son de carácter simple y el 40% restante pertenece a la capa compleja. Ello representa un problema adicional, puesto que las afecciones sencillas deberían ser atendidas en postas y hospitales locales, quedando para un centro de alta especialización –como el INO– solo los casos complejos.
A la par, se calcula que en el país hay aproximadamente 650 oftalmólogos. “Es una cifra razonable –opina la doctora Campos Dávila–; el problema es que el 70% de esos profesionales se concentra en Lima”. La constatación inmediata es que las regiones cuentan con muy pocos profesionales para atender la salud ocular de sus habitantes.
El doctor Dulanto es uno de los cuatro médicos que operan córnea en el INO y tiene en su haber, a lo largo de toda su carrera, alrededor de 1,000 intervenciones que devolvieron la visión a sus afortunados pacientes. Aquí no se paga la operación propiamente dicha, sino solo los insumos básicos, como las suturas y las medicinas.
“Cuando uno les quita las vendas después de una operación exitosa, algunos pacientes te abrazan, otros te sonríen y otros simplemente lloran de emoción. Lo que más satisfacción me da es haber ayudado.”
Salud desde la infancia
“Niño que ve bien, aprende bien”, asegura la directora general del INO, para motivar la reflexión de los padres de familia en torno a la importancia de promover la salud visual desde la infancia.
Al inicio del año escolar, todo estudiante debería ser sometido a dos pruebas médicas básicas: una de oído y otra de vista –añade la doctora Campos–, pues escuchar bien las lecciones y estar en capacidad de ver lo que el maestro escribe en la pizarra son condiciones elementales para un aprendizaje de calidad.
Es necesario difundir información básica sobre salud ocular entre el personal de las redes de atención primaria en el interior del país, para resolver problemas sencillos –como irritaciones por cuerpos extraños–, pues sin una respuesta adecuada, estos pueden terminar en casos severos. “No todos los casos deberían derivarse al INO.”