Lunes, 23 de Diciembre del 2024
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Desarreglo en la Casa Blanca

Publicado el 12/09/13

Por Guillermo Descalzi (U.S.A.)

Esta nota del periodista Descalzi, nacido en Perú, quien labora en U.S.A. y la publicó en El Nuevo Herald es de palpitante actualidad.

El extremismo islámico está de fiesta. El descalabro es evidente en la Casa Blanca. La Pax Americana no existe más. Hoy, para mantener las apariencias, nuestro gobierno se ve en la necesidad de declarar victorias en sus derrotas, y es penosamente aparente que no somos capaces de proteger, y mucho menos controlar o vencer, a país, grupo, institución o movimiento alguno de mediana envergadura en el mundo. El problema está en Obama. Su línea roja en Siria podría convertirse en su peor error de política exterior, y muy probablemente acabe aumentando la irrelevancia de Estados Unidos en el tablero del Medio Oriente. Ya estábamos en su periferia. Es más que posible que en adelante ni siquiera en la periferia nos escuchen. Obama no parece tener mucho espacio de sobra para maniobrar. Puede incluso darse el caso de que se sienta obligado a dar la orden de disparar proyectiles crucero solo por salvar la cara y evitar la vergüenza de haberse vuelto un hazmerreír del extremismo islámico.

El impasse en Siria bien podría ser el peor fiasco de la presidencia de Obama. Las fuerzas de Assad lanzaron gas sarín, sí, y la Casa Blanca se sintió obligada a responder. El problema está en su respuesta. No puede haber sido más inepta, y está en busca de apoyo y legitimización porque le asustó tener que defender por sí solo la acción que proyectaba en Siria.

El mundo entero esperaba una respuesta armada de Estados Unidos. La retórica de la Casa Blanca no podía ser más convincente, y cuando todos creían que se iba a iniciar, Obama sale anunciando que esperará un tiempo más porque no importa cuando responda a la acción de Assad. Lo importante será su gesto, no su acción, y mucho menos importará la fecha de su acción. Así, exactamente, ha dicho nuestro presidente, y quiere que lo tomen en serio.

Obama y Kerry aseguran que nuestra acción no alterará la situación en Siria. Lo han dejado muy claro, y esa es otra parte de lo que anda mal en su respuesta. Anuncian una acción inefectiva, una que aseguran que no cambiará nada, para cambiar el comportamiento del gobierno sirio. Es tan absurdo que es necesario escribirlo y leerlo de nuevo: para provocar un cambio que dicen que no cambiará nada, anuncian una acción inefectiva que declaran que será inefectiva porque no cambiará nada, y esperan que eso sea efectivo. Es tan ilógico que ni un escritor de guiones cómicos podría haber planeado algo por el estilo. Da pena. Da pena por los que sufren en Siria y da pena por nuestro gobierno en Washington. Quieren agradar a Dios y al diablo al mismo tiempo, y que los del diablo crean que están solo con el diablo y los de Dios que están solo con Dios. Es tan absurdo que la falta de entusiasmo de Kerry fue evidente cuando se presentó a explicar y defender recientemente la más nueva posición de la Casa Blanca. La vacilación de nuestro gobierno en este caso es de tal envergadura que le falta apoyo incluso entre los demócratas del Congreso. Es difícil apoyar una política que no sea consistente, y nunca nadie ha ganado un conflicto sin apoyo político.

Obama ha quedado expuesto. Quiere una orquestación internacional y no cuenta con el apoyo ni de Inglaterra, nuestro más cercano aliado en el mundo. Tampoco hay la más mínima posibilidad de que cuente con el beneplácito de las Naciones Unidas, donde China y Rusia esperan ansiosas con su derecho al veto.

Ahora, habiendo dicho esto: ¿Dónde está la moral del mundo, dónde nuestros principios y dónde nuestra humanidad cuando nadie quiere hacer nada ante un nuevo dictador gaseando gente? No tengan duda: eso es lo que ha hecho Bashar Assad. El nacional socialismo está vivo y coleando en Damasco, Siria, y cuenta con la colaboración de dos gobiernos cada vez más del mismo estilo en su comportamiento, aquellos de Beijing y Moscú.

¿Israel? Estamos comprometidos con su pueblo y su supervivencia. ¿No se da nadie cuenta de lo que Assad, capaz de gasear a su propia gente, representa para Israel?

Algo más: el senador Ram Paul señala que el dictador sirio protege a los cristianos mientras los rebeldes los atacan. ¿Querrá esto decir que en su opinión debiésemos apoyar a Assad, o al menos no oponernos a él? No hay solución fácil. En esto ninguna salida será fácil.

Finalmente: ¿dónde está la moral de los que sin evidencia alguna de armas químicas en Irak, evidencia real, nos metieron en esa guerra mientras que ahora dudan y vacilan, por una u otra razón, aun ante la evidencia clara e incontrovertible de su uso en Siria? Aquí hay culpa para todos, y sobra también. El desarreglo es de todos. No hay inocentes.



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