Después de mucho tiempo ganamos una batalla.
La tensión había empezado hace días, todos pusieron su cuota en este partido, desde una hinchada que no durmió para molestar el reposo de los chilenos en un hotel de San Isidro, de este equipo sureño que llegó a Lima con tanto temor que evitaron el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez para “entrar” a nuestra capital por las base aérea policial aledaña.
El día de hoy desde muy temprano uno se levantaba para buscar un diario y ver al era el posible once de los dirigidos por el “Mago”, con el pasar de las horas la expectativa crecía las calles se quedaban vacías en Lima en horas punta, donde normalmente el transito llega a su máxima expresión, todos buscaban la mejor manera para llegar rápido a casa, y los bares, pollerías y chifas se llenaban con tal de ver el “ Clásico del Pacífico”, así poco a poco, con mucha ansiedad llegamos a la hora indicada.
Un primer tiempo para el olvido, por momentos el profe Sampaoli demostraba porque es un alumno Bielsista, pues empezó demasiado ofensivo, a presionar siempre, los sureños jugaban como si fueran locales, por momentos en ese primer tiempo hasta pensábamos que jugábamos en el mismo Santiago, imprecisión en todo momento, ningún jugador peruano podía entregar un buen pase, y es más, existió un penal que no se le cobro a los chilenos para suerte nuestra. Además, debemos contar con la lesión de Cristian Ramos y el ingreso de emergencia de Jesús Álvarez. Una situación que solo nos hacía querer que termine el primer tiempo para replantear.
Era necesario un café cargado en el entretiempo, al parecer eso funcionó, además de los cambios que por fin dieron resultado, Juan Carlos Mariño entró para reemplazar a un condicionado Lobatón que muy temprano había sido amonestado, ahí fue donde Cruzado encontró su nivel siendo el tapón en el centro y dejando libres a Cachito Ramírez y a Mariño, al formar un equilibrado medio campo, Perú pudo proponer y tener más confianza, después de más llegadas ofensivas del equipo blanquirrojo, ocurrió un suceso algo inusual, Markarián sacó a Claudio Pizarro el muchas veces intocable, que si bien es cierto, fue importante para repartir el balón y poner ideas para rotar el balón, el ingreso de Jordy Reyna era esperado por más de 30 millones de peruanos, el chico nunca arrugó, demostró a muchos que podía ser importante hoy por hoy en la selección mayor, no defraudo, jaló marcas para dejar más libre a Jefferson Farfán.
Es cuando, justamente en los últimos minutos La foca nos dejaba sin gargantas, un buen robo de balón de Yosimar Yotún en el medio campo, y un pase perfecto dejo solo frente al arquero chileno a Farfán este que remató y el rebote le quedo en los pies para que solo tenga que añadirla en el arco, un golazo que nació desde hace una semana cuando todos poníamos un granito de arena, cuando todos hacíamos fuerzas para apoyar a la selección, porque ganar a un clásico rival es una sensación especial, es un sentimiento en el cual crees que has dejado el nombre de Grau, Bolognesi o Ugarte, porque ganarle a Chile es como ganar una batalla.
Por: Luis Angel Polin.