[Ciudad del Vaticano, AFP] El papa Benedicto XVI condenó ayer con severidad los males que aquejan a la Iglesia, como la hipocresía y sus divisiones internas, en su última homilía antes de hacer efectiva, el 28 de febrero, su sorpresiva renuncia.
El Pontífice, quien vestía la casulla violeta de la temporada de Cuaresma, pronunció sus duras críticas durante la misa solemne del Miércoles de Cenizas en la basílica de San Pedro, ante numerosos cardenales, obispos y miembros del cuerpo diplomático.
La Iglesia “está en ocasiones desfigurada” por “las divisiones dentro del cuerpo eclesiástico”, proclamó.
El Papa alemán lamentó igualmente la “hipocresía religiosa”, así como “el comportamiento de los que aparentan” y las actitudes que buscan ante todo “los aplausos y la aprobación”, e instó a superar “el individualismo y las rivalidades”.
En su primera aparición pública tras su renuncia, el Papa, que asumió su pontificado en 2005, explicó a los peregrinos de todo el mundo que deja el trono de Pedro “por el bien de la Iglesia” y pidió orar por su sucesor, que será elegido en un cónclave que se reunirá a mediados de marzo.
Horas más tarde, como es habitual durante las audiencias semanales, el Papa saludó en varios idiomas y envió en español un particular abrazo a los peregrinos de España, Perú y México, que enarbolaban sus banderas.
Últimos actos
Domingo 24 de febrero: el Papa recitará el Ángelus por última vez ante los fieles de la plaza San Pedro.
Miércoles 27 de febrero: última aparición pública del Papa, que se realizará finalmente en San Pedro ante la previsible afluencia de fieles.
Jueves 28 de febrero: último día del pontificado de Benedicto XVI. Alrededor de las cinco de la tarde el Sumo Pontífice saldrá en helicóptero hacia su residencia de Castelgandolfo, donde vivirá temporalmente, antes de instalarse probablemente en un monasterio.
A las ocho de la noche, el Vaticano será declarado “en sede vacante” y Benedicto XVI volverá a tener su nombre civil, Joseph Ratzinger.