Desde hoy, Líbano será centro de noticias con ocasión de la visita pastoral de Su Santidad Benedicto XVI, quien llega por tercera vez a Medio Oriente, si recordamos sus estadías, primero, en Israel, y después, en Chipre.
Muchos políticos se preocupan por este acontecimiento dada la difícil situación de Siria, país fronterizo con Líbano, donde hay combates diarios. El patriarca sirio de los greco-melquitas ha declarado que los cristianos sirios están rezando por esta memorable visita y esperan que la sabia palabra del Papa traiga paz a la región.
La principal misión del Sumo Pontífice es la publicación y difusión del documento final del Sínodo de Obispos de Medio Oriente, que se celebró en 2010, el cual ha llevado personalmente a varios de los países participantes.
Así, este motivo lo llevará a visitar al presidente de Líbano, Michel Suleiman, y al primer ministro Najib Mikati. Se reunirá con el mandatario en el palacio presidencial de Baabda, después tendrá sesiones con los jóvenes y el domingo celebrará misa al aire libre en un lugar céntrico de la costa de Líbano.
Esta tercera visita del Papa a Medio Oriente significa esperanza para la región. Así lo dice el símbolo o logo que se difunde entre los cristianos católicos y los que pertenecen a las diez iglesias de los hermanos separados.
El logo contiene la paloma de la paz, símbolo universal; el árbol, que es el cedro de Líbano, conocido por los textos bíblicos; y la cruz, principal emblema del cristianismo universal.
Esta visita es también una esperanza para el mundo, pues la gente de los cinco continentes cree en la paz y recuerda los peligros de las guerras y los problemas y sufrimientos que genera no solo en los Estados que lo propician o que lo padecen directamente, sino en el globo entero, por sus consecuencias políticas, sociales, económicas y culturales.
Las poblaciones migrantes nos demuestran esta situación difícil, a veces por razones económicas, pero casi siempre por falta de paz, que en puridad es el desarrollo.
En los últimos años, el Medio Oriente se ha convertido en una zona de cruentos conflictos armados internos y de grandes movimientos sociales. La inestabilidad persiste y origina grandes tensiones intercontinentales.
Esperemos ver los frutos de la presencia del papa Benedicto XVI, con sus 85 años de edad llenos de vitalidad y sabiduría, llevando palabras de esperanza y fe en Cristo.