A cien años del nacimiento de John Cage / nueve artistas peruanos
Cierta vez le preguntaron a John Cage qué era la música experimental y respondió: “es dejar actuar al tiempo”. La idea sintetizaba su credo por una música de “no control”, en donde los sonidos de la composición iban surgiendo de manera casi impredecible. Para Cage la música experimental era un arte que imita el modo de funcionar de la naturaleza, lo azaroso de sus eventos. Lo que importaba era el proceso antes que el resultado. En una conferencia llamada “Composición como proceso” (1958) Cage explicó una cualidad en la interpretación musical que se volverla fundamental en su poética: la Indeterminación, esta aludía al carácter abierto de las obras. Una pieza podía presentar así una “morfología de la continuidad única”, y “un contenido expresivo único para cada interpretación”. Lo indeterminado radicaba en no saber qué iba a suceder en el transcurso de la composición. La famosa pieza V33″, compuesta de silencios (como también de los “sonidos no intencionados” del ambiente), es paradigmática en ese sentido, y establece a la duración como el único aspecto determinado de la obra. Música era entonces todo aquello que ocurría entre un instante y otro. El tiempo como la materia de la música.
Lo indeterminado subvierte la forma en favor del proceso. Es el espacio donde nada es fijo. Y es lo que vincula a John Cage con otras prácticas artísticas como el happening y el arte conceptual.
Hoy nueve artistas recorren ese camino. Pero las cosas han cambiado. Es época de obsolescencia y de imágenes repetidas hasta la saciedad, cada día hay algo nuevo para consumir y desechar. La idea de Marshall Me Luhan de pensar los medios como extensiones humanas se ha revertido, ahora somos extensiones de esas tecnologías. Por otro lado, el mundo de la música experimental ha llevado al límite la idea de espontaneidad, en consonancia a la exacerbada polución informativa de las plataformas libres de internet, hoy en día no hay instante sonoro que no merezca ser escuchado y publicado. Esta época ha hecho del flujo, uno de sus mejores símbolos.
En medio de esa velocidad, sin embargo, es posible hacer surgir nuevamente lo inestable, lo que no se puede controlar. Hacia dónde nos va a llevar esto? Quién sabe. Pero con toda certeza mientras podamos mantener la pregunta, seguro que habremos cumplido el propósito.
Luis Alvarado
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Fotos: Javier Espichán Gambirazio.