A casi 2 meses que el fundador de Wikileaks Julian Assange pidiera refugio en la embajada ecuatoriana de Londres, Rafael Correa aceptó formalmente concederle el derecho a asilo en su país.
Para Quito esta es una medida con triple intencionalidad política. Correa, quien en casa ha sido acusado de intimidar a la prensa opositora, puede aparecer como un campeón global de la libertad de prensa y un paladín en la lucha contra los poderosos que ocultan una libre información a los pueblos.
Él quiere mostrar un protagonismo internacional afirmando un carácter crítico de su república a escala internacional. Si bien Ecuador tiene la única economía dolarizada de Suramérica y su ejecutivo viene siendo cuestionado por sindicatos e indígenas por represalias, Correa quiere proyectarse como el nuevo líder del ‘socialismo latinoamericano del siglo XXI’ capaz de tener su propias iniciativas autónomamente de Caracas.
Correa quiere desnudar contradicciones en la política externa de las potencias anglosajonas, las mismas que han organizado ‘bombardeos por la libertad’ en Yugoeslavia, Afganistán, Irak y Libia (y ahora financian a los rebeldes sirios) mientras que estas mismas penalizan al hombre que más ha hecho por revelar los documentos secretos que evidencian planes de cúpulas para fomentar guerras, conspiraciones o golpes.
El Reino Unido, por su parte, ha rechazado este intento de asilo aduciendo que él debe ser mandado a Suecia donde hay dos mujeres anónimas que le acusan de maltrato sexual. No obstante, los partidarios de Assange aducen que ello es una treta para asesinar su carácter y desmoralizarlo bajo cárcel mientras que EEUU gestionará allí para que sea trasladado a EEUU donde podría ser condenado por espionaje a cadena perpetua o de muerte.
William Hague, el canciller británico, afirma que es inadmisible que Ecuador impida el curso de la justicia criminal y sostiene que su país no permitirá salvoconducto alguno para que Assange viaje de la embajada ecuatoriana en Londres hacia un aeropuerto y que, es más, podría aplicar una ley de 1987 que le permitiría suspender el carácter diplomático de algún recinto para poder mandar a la policía a detener a Assange. Todo indica que la pequeña embajada ecuatoriana (que varias veces este autor ha caminado de punta a punta en 3 minutos) seguirá tugurizada y rodeada de piqueteros. Hace unas horas 3 pro-assangistas fueron detenidos por la Scotland Yard.
Paradójicamente, el departamento chico que es esa embajada mira al frente a la enorme manzana con varios pisos que es Harrods, la mayor tienda de lujo de Inglaterra, la misma que ahora se enorgullece de ser propiedad de qataríes quienes tienen una exhibición embelleciendo a dicho reino teo-autocrático que reprime las protestas pro-democracia en Bahréin y que ha financiado a terroristas fundamentalistas islámicos.