A medida que la ciencia avanza se impone recategorizar muchos conceptos. Hace 180 años Darwin inició su viaje a Suramérica donde recabaría los primeros datos de una teoría que cambiaría al mundo: la de la evolución. Según ésta, que se publicó hace siglo y medio, los humanos y los simios tienen un antepasado común.
Paulatinamente los investigadores han ido demostrando que los chimpancés no son monos y que están más emparentados a nosotros que otros simios como los orangutanes o gibones.
Es más, chimpancés y humanos comparten alrededor del 99% de su material genético haciendo que entre ambos haya menos diferencias que las que hay entre distintas especies de lo que denominamos colectivamente como escarabajos, hormigas, abejas, ardillas, delfines, tiburones, tortugas, cocodrilos, cabras, ratones, patos o ballenas.
A simple vista uno no ve demasiadas diferencias entre los 2 tipos de elefantes que hay (el africano y el asiático), pero ambas especies tienen entre sí más contrastes que los que tenemos entre nosotros y los chimpancés.
Los antropólogos que han vivido con los chimpancés han descubierto que ellos también cazan en grupo, hacen guerras con formaciones militares, son compasivos y fabrican lanzas, martillos y ramas de pescar insectos. Sus expresiones y gestos faciales no son tan disímiles a los nuestros aunque ellos, a diferencia de nosotros, tienen una menor destreza con las manos, un cerebro más chico y no pueden hablar.
Otro nuevo aporte de la ciencia es reconocer que hay 2 especies diferentes de chimpancés, las mismas que se divorciaron genéticamente al haber quedado separados por el caudaloso río Congo. En su ribera sur se desarrollaron los bonobos, que son chimpancés más pequeños y que suelen socializar copulando entre casi todos los miembros de su clan.
Chimpancés y bonobos se separaron hace 2 millones de años y nosotros de ellos hace unos 5 a 7 millones de años. Otro accidente geográfico causó dicha distanciación. Cuando nuestra nativa África fue perdiendo una parte de su jungla, nuestros parientes ancestrales que mantenían una vida arbórea en las zonas selváticas devinieron en chimpancés, mientras que los que empezaron a caminar en 2 pies por las nuevas sabanas fueron adquiriendo manos más libres y especializadas y a aumentar su capacidad cerebral deviniendo en nuestros antepasados, los mismos que por su propia característica de caminantes tendieron a esparcirse a otros continentes.
Varios expertos afirman que es necesario hacer una nueva reclasificación haciendo que los chimpancés pasen a ser otra especie humana o que nosotros seamos categorizados como el tercer chimpancé. Esto, a su vez, ayudaría a combatir tanto la visión de que los hombres son el centro del universo y destinados a someter al resto, algo que tanto daña al medio ambiente y a nuestra posibilidad de supervivencia. Si una civilización extraterrestre nos visitase, ésta no tendría ningún reparo en vernos como chimpancés erectos y sin pelo.