LIMA –
Argentina reclama varias islas en el Atlántico sur al Reino Unido, el cual sostiene que debe seguir controlándolas porque así se lo piden sus propios habitantes. Las Malvinas tienen 3,000 pobladores, Georgia del Sur menos de 30 personas y Sándwiches del Sur están deshabitadas.
Mientras Cameron se refiere a Buenos Aires como una potencia colonial que quiere pisotear la autodeterminación de dicho “pueblo”, es útil comparar esa actitud con la que adoptó Londres ante su actual territorio británico del Océano Índico, del cual hace más de 4 décadas expulsaron forzosamente a toda su población nativa (que entonces era tanta como la de las Malvinas) a fin de alquilar hasta el 2016 el atolón de Diego García a los EE.UU. para fines bélicos.
Esta base militar norteamericana se encuentra en un lugar estratégico debajo de las Maldivas e India y en medio del océano con más presencia musulmana, el mismo que une al África, el sur de Asia, Indonesia y Australia. Ésta ha jugado un gran papel en el ajedrez estratégico ante Moscú y Beijing y luego en las distintas guerras de Afganistán e Irak, siendo uno de los lugares a los cuales son trasladados e interrogados prisioneros islámicos en condiciones más oscuras y menos supervisadas que las de Guantánamo. De allí pueden o han podido partir expediciones hacia varios escenarios de guerra como los de Vietnam y otros del sudeste asiático, Sri Lanka, Pakistán, Bengala, Himalaya, el Golfo Pérsico, Somalia, etc.
A fin de militarizar a Diego García (bautizada así por el navegante español que la visitó en el siglo XVI) los EE.UU. precisaron que Reino Unido hiciera una limpieza total de todos sus nativos (los chagasianos), quienes provienen de pescadores, recolectores de coco y esclavos africanos y malayos que llegaron allí mucho antes que los antepasados de los actuales pastores de ovejas y marineros blancos británicos de las Malvinas.
A pesar que la corte ha resuelto que fue ilegal la expulsión de los chagasianos y que ellos tienen derecho a retornar a sus tierras, los sucesivos gobiernos británicos les siguen vetando el poder volver.
Mientras la corona envía a las Malvinas a un destructor y al príncipe Harry dando a entender que está dispuesto a ir a una guerra que cueste nuevamente casi tantas vidas como la de los habitantes que tienen esas islas ubicadas al extremo opuesto del planeta, los chagasianos por ser negros, descendientes de esclavos y un estorbo para un millonario arreglo militar con EE.UU., no pueden regresar a sus hogares, pues ellos son los verdaderos “mal venidos”.