LIMA – Estos 3 nombres sirven para entender mejor a Siria, centro de la mayor guerra civil en el mundo árabe. Alá es el dios único e invisible de los 1,300 a 1,600 millones de musulmanes, quienes creen que su último profeta fue Mahoma.
Alí (600-661) fue el primo y yerno de Mahoma y su más próximo pariente masculino. Tras la muerte de Mahoma los seguidores de Alí sostuvieron que la línea de continuidad debería descansar en uno de sus familiares el cual debería adoptar el rango de “imam” infalible que guiara a su religión. El ‘partido de Alí’ (en árabe ‘chiita’) devino en la rama del 10% de los musulmanes y la de sus contrincantes (sunitas) la del 90% de éstos, la misma que es más horizontal y cree que los fieles deben relacionarse directamente a Alá sin intermediarios.
Alawi es una fracción del chiismo emergida dentro de los antiguos hititas de la costa siria. Sus actuales 4 millones de adherentes antes eran vistos como pobres parias por el resto del Islam, pero su situación empezó a cambiar cuando en 1963 el Partido Socialista Baath del alawi Zaki al-Arzusi tomó el poder en Siria y luego cuando en 1970 la familia alawi Assad se entronó en la presidencia.
Mientras los sunitas dominan o han dominado todos los países islámicos salvo Irán, que es el único regido por el clero chiita, pero incluyendo Bahréin e Irak donde son sobrepasados numéricamente por los chiitas), en Siria, pese a representar el 74% de sus 20 millones de habitantes, ellos tienen un mandatario del credo alawi (que conforma el 12% de su población).
Los alawis están divididos en clanes y la crisis siria no se debe a que éstos dominen a los sunitas. No obstante, las recientes matanzas en ese país han hecho que distintos grupos ligados a Arabia Saudita, la Hermandad Musulmana de Egipto o Al Qaeda llamen a hacer una ‘guerra santa’ para proteger a la mayoría sunita siria contra los ‘infieles’ alawitas.
Todos los sunitas aceptan a los chiitas como musulmanes, aunque no pasa lo mismo en relación a los alawis debido a que muchos les consideran herejes. Esto se debe a que los alawi, si bien aceptan los preceptos del Islam, no exigen a sus fieles la obligatoriedad de tener que ir a las mezquitas, ayunar o peregrinar a Meca, y, además, combinan el Corán con cultos a la reencarnación, a Platón y Sócrates, celebraciones de raíz cristiana como navidades, pascuas y epifanía y la comunión con pan y vino, y la astrología de origen zoroastriano.
Ellos, al igual que los drusos que residen en las montañas que están entre Siria, Líbano e Israel, tienen una religión musulmana secreta que les predispone a ser buenos en los servicios de inteligencia y la guerra.