Lima, ene. 03 . En mis relatos no hay emociones ni sentimientos. No hay grandes protagonistas humanos. Hay ideas. Son escritos que buscan un impacto intelectual, advierte Luis Enrique Tord, quien acaba de publicar Revelaciones. Relatos reunidos 1079-2011 (Punto de lectura, 2011), que resumen sus cuatro décadas dedicadas a la novela y a los relatos.
Estamos ante una ficción con fuentes históricas, con un soporte de datos, libros, datos reales y verídicos, que han llevado a su autor a recorrer archivos coloniales.
Un universo literario que se nutre de una investigación sistemática del Perú de los siglos XVI y XVII, cuando a España la gobernaban los Austria y el Renacimiento trataba de abrir nuevos caminos al conocimiento más allá de la razón; y aquí, las comunidades andinas mantenían un universo mágico religioso que continúan aún tras la extirpación de idolatrías.
“Si llegué a la ficción, fue porque me insatisfacía el peligro de la arqueología al interpretar los objetos sin escritura. La literatura fue una liberación frente a las ciencias sociales, que tienen sus propios métodos, sus exigencias y su demostrabilidad”, cuenta Tord, para quien abordar desde la literatura el Perú barroco y renacentista es una labor importante para la identidad nacional.
“No me interesan el siglo XVIII y el XIX, y el XX me aburre, tiene una iconografía formidable, pero, desde el punto de vista de los contenidos, no veo nada importante”, dice.
Ahora le satisface que muchos jóvenes narradores aborden la ficción investigando estos universos del barroco peruano y que también se hayan multiplicado los estudios de arte virreinal, algo del que también él fue uno de sus promotores.
Algunos de los relatos de Tord son difíciles, requieren, muchas veces, de “un lector informado”. Basándose en su libertad como narrador, Tord no está tras la búsqueda de “un público modesto de lecturas”, sino que busca un lector con algún conocimiento para que entienda a cabalidad el sentido de “Ángeles de Andahuaylillas”, por ejemplo.
Al leerlo, el diplomático y ensayista colombiano Germán Arciniegas escribió: “No cabe pensar que a Tord se le hayan ocurrido las cosas que dice, ni suponer que no sucedieron”.
El crítico Ricardo González Vigil va más allá, explica que estamos ante “uno de los aportes peruanos más notables al difícil arte de la narración breve” y que representa algo más raro aún: “la plasmación de un nuevo género narrativo o subgénero o especie”, las “indagaciones”, no hay nada con los relatos realistas, sino que el autor rompe los límites entre verdad histórica e indagación literaria.
Próximo a cumplir los 70 años, los libros de relatos y novelas de Tord se habían publicado por editoriales pequeñas. Revelaciones es su primer libro con una editorial grande, provechosa “para saber de las repercusiones de la escritura”. “En un país tan modesto de lectores, si no tienes prensa, la gente no se entera que se ha publicado. Y para eso se necesita de una editora capaz de llegar, cosa que no puede hacerlo ni el autor ni una editora minúscula”, opina.
Revelaciones reúne los relatos de los libros Oro de Pachacamac, Espejo de constelaciones y Fuego secreto. Adelanta también dos cuentos que formarán parte de Adivinario, relatos sobre los especialistas religiosos del Perú antiguo.
En 2010 publicó Bestiario celestial, compuesto por 37 “aproximaciones literarias” a los dioses del antiguo Perú, ha publicado recientemente Diana, verano del 53 (Ediciones Altazor), novela lírica que transcurre en la Lima de la dictadura de Odría.