Después de dos décadas de frustraciones en copas mundiales, los neozelandeses se consagraron como campeones por segunda vez en la historia en su propia casa.
Los poderosos “All Blacks” lograron repetir el éxito de 1987, cuando también derrotaron a Francia en la final de la primera edición del Mundial de rugby. 24 años después, en el mismo escenario de Eden Pak, en la ciudad de Auckland, una ajustada victoria frente a los galos por 8-7 le devolvió la gloria a los oceánicos.
Más de 60.000 personas llenaron el mítico estadio y los más de cuatro millones de habitantes del país festejaron el título conseguido por los representantes del deporte nacional de Nueva Zelanda. Así, lograron alejarse los fantasmas de las últimas ediciones mundiales y hasta el propio torneo Tres Naciones del hemisferio sur, donde perdió el título en la final frente a Australia, previo al inicio de la máxima competencia.
Los “All Blacks” igualan con dos títulos a Australia y a Sudáfrica al cumplir con su condición de gran favorito ante los “bleus”, que pusieron en aprietos a los anfitriones pero que suman ya tres derrotas en otras tantas finales de Mundiales. Y aún no logran alzarse con el trofeo.