Sábado, 4 de Mayo del 2024
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“El país de Aquiles es el talón de Aquiles”

Publicado el 04/10/11

LIMA – Hoy Grecia pone en peligro al euro y por esa vía a la Unión Europea y a la economía mundial. Su crisis conlleva a explorar su futuro como nación.

Grecia es un país que siempre ha dependido de su geografía. El contener al mayor archipiélago del Mediterráneo, el mar que interconectaba al mundo antiguo, le ayudó a desarrollar una amplia red comercial y cultural y luego a la creación del primer gran imperio europeo (el de Alejandro Magno). Esta es la tierra de donde surgieron los creadores de la democracia, como palabra y sistema político, de las Olimpiadas, y de gran parte de las bases de la filosofía, escultura y ciencias actuales. En el Medioevo el mundo griego lideró a una de las dos ramas de Roma y del Cristianismo hasta que la ocupación turca de su región cortó el comercio entre Occidente y Oriente y, por esa vía, empujó a los europeos a buscar nuevas rutas con lo que amerindios y africanos terminaron pagando la cuenta e Iberia generó la economía global.

Hace dos siglos, cuando Londres alentaba a las independencias latinoamericanas contra Madrid, el imperio ultramarino más grande de todos los tiempos también empujaba a Grecia para desarticular al principal imperio del Islam y del Mediterráneo: el turco. La independencia de Grecia en los 1820 fue, en parte, un producto de la presión de Londres y de Moscú contra los otomanos y también como la avanzada que ayudó a que luego se fueran cayendo las otras posesiones turcas en la península balcánica en un proceso que duraría casi un siglo hasta la desintegración del imperio turco tras la 1ra Guerra Mundial (1914-18).

Grecia se benefició del interés británico en desmantelar dicho imperio (incluso para adquirir varias de sus posesiones, como las de Palestina, Jordania e Iraq) y luego contra el eje Hitler-Mussolini. Al acabar la II Guerra Mundial (1939-45), Grecia jugó un rol clave como el único país cristiano ortodoxo y balcánico que estaba fuera del bloque socialista y en contradicción con éste. A pesar de estar desconectado geográficamente de Europa Occidental, Grecia se convirtió en la vanguardia de dicha región, de la Comunidad Europea y de la OTAN ante los soviéticos.

La desintegración del Pacto de Varsovia y luego de Yugoslavia fue un triunfo para Grecia, el mismo que, a su vez, incubó las causas de su actual declive. A partir de entonces Grecia dejó de beneficiarse de poder jugar ese rol estratégico que Occidente requería contra el oriente turco o ruso, los mismos que ya no le son rivales.



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