
DEL 12 AL 30 DE SETIEMBRE
SALA LUIS MIRO QUESADA GARLAND
(Av. Larco con Diez Canseco)
De martes a domingo de 11 a.m. a 10 p.m.
El Instituto Italiano de Cultura presentará este lunes 12 de setiembre en la Sala Luis Miro Quesada Garland, de la Municipalidad de Miraflores (Av. Larco con Diez Canseco. A espaldas del Palacio Municipal) la muestra Arte italiano del siglo XX. De Afro a Vedova. Prueba de autor que podrá visitarse de martes a domingo de 11 a.m. 10 p.m. hasta el 30 de setiembre.
La exposición está constituida por obras de cincuenta y cinco artistas italianos y proviene del Museo de la Fundación Sartirana Arte di Pavia. La variedad de propuestas y la calidad de los artistas nos permiten tener una visión panorámica de la gráfica italiana del Siglo XX.
Sobre la exposición asegura Renato Poma, director del Instituto Italiano de Cultura: la muestra (sic) proporciona un panorama especialmente considerable y completo de la obra gráfica de los más importantes artistas italianos posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Desde Afro Basaldella, pasando por el mundo suspendido y detenido en el tiempo de Carlo Carrà, el realismo social de Renato Guttuso, la carga de ruptura con el espacio artístico consagrado de Lucio Fontana; desde Capogrossi a Conagra, de Morlotti a Scavino, para terminar con el maestro del expresionismo abstracto Emilio Vedova, la exposición es un verdadero recorrido que atraviesa los últimos decenios del arte italiano.
Los orígenes de la gráfica se remontan al Renacimiento italiano. Venecia se convierte en el centro más importante para la difusión de las ilustraciones que enriquecerán los libros y los archivos de los artistas y de los intelectuales que, a través de la “reproductibilidad” de las imágenes, podrán usufructuar un instrumento nuevo y eficaz para entrar en contacto con las obras de los artistas que trabajaban en otras ciudades y en otros países. La gráfica, por lo tanto, “democratiza” (por así decirlo) al arte y lo hace moverse en circuitos que no son los exclusivos de las cortes y de la alta cultura y socializa su uso y el goce del mismo. Y es, justamente por esto, que los artistas desde el siglo XV en adelante, han siempre tenido contacto con un género que, en las épocas modernas, ha permitido al arte convertirse en un fenómeno de masa, usado por muchos millones de apasionados.
Dice Guglielmo Ardizzone, embajador de Italia en el Perú: “La muestra “De Afro a Vedova”. Prueba de autor”, además de abrirnos a la confrontación con las tendencias más innovadoras del arte contemporáneo, representa un momento intenso del proyecto de descubrimiento de la cultura italiana por parte del público peruano con lo mejor que el arte de mi país que ha sabido elaborar en los últimos decenios.
La exposición se encuadra en las celebraciones por los 150 años de la Unidad de Italia, una festividad que la cultura italiana ha honrado en Italia y en el extranjero organizando eventos de gran envergadura”
ACTIVIDADES ADICIONALES:
De manera paralela a la muestra la Sala Luis Miró Quesada Garland ha programado 4 ciclos en torno al cine italiano y al arte internacional en el siglo XXI. Estos ciclos se proyectarán de 3 p.m. a 10 p.m. de acuerdo a la programación adjunta.
1.- “El cine de Roberto Rossellini” : 8 películas.
2.- “El cine de Dino Risi y la comedia italiana de los años 60” : 4 películas.
3.- “Arte del siglo XXI”: 12 películas.
4.- “El cine de Vincent Gallo”: 4 películas.
(ver archivo adjunto CINEFILIA–ARTE ITALIANO)
SOBRE EL VALOR DE LA GRÁFICA
Texto de Giorgio Forni, Director Fundación Sartirana Arte
El valor primordial de la llamada “gráfica” está precisamente en la socialización difundida de la investigación de los artistas, multiplicada por la prensa litográfica o del grabador cuando no por los telares serigráficos. Técnicas de reproducción tan cercanas al original al punto de no envilecerlo al nivel de simple copia de la pieza única; cargadas de la alta dignidad artesanal de los mediadores (los impresores) verdaderos y habilísimos artistas capaces de traducir el diseño y los colores del autor en un número limitado de copias, cada una numerada y firmada, como garantía de un, relativamente nuevo, género de coleccionismo.
Nobles orígenes, por lo tanto, para esta veta de producción artística que se irá afirmando siempre más a partir del siglo XIX, hasta convertirse en el siglo XX en un verdadero género, apreciado por su especificidad y valioso a los fines de la comunicación. Gracias a la gráfica se han formado generaciones de nuevos conocedores que se han acercado al mundo del arte, convirtiéndose en consumidores de un producto nuevo y sustituyendo, de alguna manera, a los antiguos mandantes de la obra única.
Se introducía mientras tanto la figura del “mercante de arte” quien podía proponer finalmente mercancía de calidad a precios más accesibles, acercándose así a nuevos sectores de público, el trabajo de los grandes maestros; un público amplio que podía vestir las propias paredes con obras mucho más valiosas que los simples afiches fotográficos. Hoy también estas reproducciones se han transformado en un género: posters de exposiciones de museos, afiches de espectáculos teatrales o musicales. Gracias a estas reproducciones la cultura de la imagen se ha ulteriormente difundido, a través de nuevas tecnologías, siempre más refinadas. La gráfica en tirajes limitados ha quedado, sin embargo, como un área de nicho para amantes no distantes de los bibliófilos aún hoy en día en busca de ediciones raras o desaparecidas del mercado.
Fueron principalmente cuatro las ciudades donde la asociación entre artistas e impresores ha sido particularmente proficua: Milán de los laboratorios de Upilio, Sciardelli y Serighelli donde han trabajado Merlotti, Consagra, Ballocco, Carmi, Forgioli, Della Torre; en aquel Torcoliere o en aquel taller en Vía Brera número 10, ya cerrado, donde Fontana arañaba o agujereaba sus folios. En Venecia donde Vedova grababa sus planchas en el gran “almacén de la sal” en Dorsoduro, o donde Santomaso, De Luigi, Bacci, Gaspari y Morandis junto con Pirro utilizaban la competencia de Fiorenzo Fallan en el gran taller de Cannaregio. En Roma, sobre todo en aquella de los míticos palacios de la 2RC de Walter y Eleonora Rossi, donde fueron laboriosos Afro y Marino, Caporossi, Mastroianni, Consagra, Dorazio con Arnaldo y Giò Pomodoro. En Florencia donde en la célebre imprenta del Bisonte trabajaban Carrà y Rosai, junto a Henry Moore y Francis Bacon.
Esta colección itinerante por los países de Centro y Sud América es un muestrario de la impresión de los últimos tiempos durante los cuales se pusieron a prueba los más talentosos pintores y escultores italianos a fin de traducir en pequeños tirajes los temas específicos de su trabajo. Investigación abstracta, geométrica o lírica, figuración; alguna declinación en el acercamiento conceptual o informal hasta las expresiones pop más recientes. Los nombres son aquellos de los artistas ya históricos de la Italia del siglo XX