El magnate de los medios declara ante la Cámara de los Comunes. Junto con su hijo James, explica las escuchas telefónicas realizadas por el ahora desaparecido News of the World, diario de su propiedad.
El empresario australiano no tardó en emitir la que ha sido y será la frase del día. Posó una mano sobre el hombro de su hijo James Murdoch, que declaraba a su lado, lo interrumpió y dijo: “Me gustaría decir sólo una frase. Éste es el día más humillante de mi vida“.
Escucha las preguntas, piensa y responde. Rupert Murdoch contesta a veces con monosílabos, y en otras se encoge de hombros. Los “no” son contundentes, mientras que en el resto de sus respuestas es más suave. Busca incluso la mirada de su hijo, que está sentado a su lado, para responder.
Un periodista del diario británico The Guardian ha hecho una observación interesante: “Parece que James Murdoch ha recibido instrucciones para hablar lo más posible y mantener las intervenciones de Rupert Murdoch al mínimo”.
El hijo de Murdoch, James Murdoch, de 38 años, que ha sido considerado desde hace muchos años como el posible heredero del imperio de medios de comunicación de su padre, también testifica ante los legisladores. Este había indicado que fue él quienaprobó los pagos para espiar a las víctimas cuando fue director ejecutivo para las operaciones de Europa y Asia de la News Corp.
También se espera la presencia de Rebekah Brooks, quien dimitió el viernes de la dirección de News International, la división británica del imperio multinacional de Murdoch, y fue detenida, interrogada 12 horas y luego puesta en libertad condicional el domingo.
Todos fueron convocados ante los diez miembros de la comisión de medios de información de la Cámara de los Comunes. Para realizar esta audiencia, los legisladores debieron ponerse duros: después de una primera negativa de los Murdoch y en medio de airadas protestas, recurrió a un procedimiento muy rara vez utilizado,convocarlos oficial e imperativamente.
Los tres directivos de News Corp convocados por los diputados afirmaron hasta ahora que ignoraban la amplitud de las escuchas, atribuidas a un “reportero electrón libre” y a un detective privado.
La audiencia, transmitida por televisión, significa un impresionante revés para el magnate norteamericano-australiano, que se jacta de haber hecho elegir a la mayoría de los primeros ministros desde los años ’70.