LIMA – En el primer fin de semana de junio se han dado paso a tres cambios de gobernantes en 3 repúblicas de 3 distintos continentes. Primero fue en Yemen, donde su presidente Ali Abdullah Saleh (en el poder desde 1988) dejase a su vice Abd al-Rab Mansur al-Hadi como presidente en ejercicio (aunque éste aún ansia retornar) en medio de masivas y violentas protestas. Luego vino Portugal, donde en las elecciones legislativas el Partido Socialista del primer ministro José Sócrates fue derrotado obligando a que él deje el cargo que detentaba desde el 2005. Después ha sido el triunfo electoral de Humala ante Fujimori en Perú.
Esos 3 procesos y sus dinámicas son muy diferentes. Sin embargo, las transformaciones producidas vienen a tono con la tendencia que se da en cada una de estas regiones.
En el mundo árabe hay un fuerte descontento popular ante el agotamiento de décadas de autocracias, lo cual ha llevado a la caída de dos dictadores (en Túnez y Egipto) y conduce a una pugna entre fuerzas pro-occidentales y nacionalistas anti-EE.UU.
En Europa la recesión gen era que vayan creciendo demandas por fuertes ajustes. Debido a que la centroizquierda duda entre realizar éstos y sus bases laborales, las fuerzas que van del centro a la derecha vienen imponiéndose como los más capaces de “sanear el déficit fiscal”. Esto ha hecho que en la gran mayoría de los 27 países de la Unión Europea los socialistas hayan ido perdiendo el poder. Es esto lo que ha pasado hace un año en Reino Unido, ahora se ha dado en Portugal (república que, por primera vez desde la caída del fascismo en 1974, tiene a una centro-derecha dominando la Presidencia, el premierato y el Parlamento) y como parece que puede pasar pronto en España (en cuyas elecciones locales los populares apabullaron a los socialistas).
En América Latina, en cambio, la tendencia es diferente, pues ésta está lejos de los totalitarismos arábigos o del declive económico europeo.
Además, allí hace más de dos décadas todos sus países (salvo Cuba) han ido adoptando democracias multipartidarias de mercado y se viene experimentando un “boom capitalista”.
Mientras Europa quiere adentrarse en el monetarismo, América Latina ya pasó por ese ciclo y allí hay una presión inversa, la cual demanda no más recortes fiscales, sino mayor distribución de la riqueza.
Ese es el viento que viene ayudando a que allí vaya avanzando una “marea rosa”, la misma que acaba de llegar a uno de los pocos grandes países de la zona al sur de México donde aún no había arribado.
Esto no significa caer en un esquematismo fácil y determinista que condene a toda Europa a ir hacia la derecha, a toda América Latina hacia la izquierda y a todo el mundo árabe hacia tener revoluciones.
Simplemente queremos explicar que en cada región del planeta los vientos soplan en direcciones diferentes, ante los cuales las distintas fuerzas deben ajustarse para poder enrumbarse hacia sus respectivas metas.