Jueves, 7 de Noviembre del 2024
Fueron encontrados por accidente en España, mientras investigaban documentos epistolares. Los preservativos, hechos con intestino de cerdo, eran clandestinos y reutilizables.
Los empleados del Archivo Histórico Nacional de Toledo, en España, analizaban documentos de doscientos años atrás cuando encontraron algo que parecía ser un antiguo papiro. Sin embargo, la forma redondeada en uno de sus extremos enseguida les demostró que estaban equivocados.
Eran, en realidad, dos condones de la época, elaborados con intestino de cerdo, por lo que su textura era gruesa y permitía la reutilización.
“Fue una sorpresa. Estábamos estudiando la correspondencia del Ducado de Béjar entre 1814 y 1830, cuando encontramos el paquete. No sabemos a quién pertenecen pero es probable que procedan de Francia. Su uso era algo común entre la gente pudiente“, explicó Arantxa Lafuente, directora de la sección Nobleza del organismo.
Los profilacticos eran empleados como escudos contra la sífilis o la gonorrea, pero eran clandestinos entre los hombres de esa época. Al momento de usarlos, había que remojarlos en leche para ablandarlos y luego, una vez usados, se desinfectaban con agua tibia y se llenaban de polvo de talco o fécula de papa hasta el siguiente uso.
En un extremo estaban cosidos y en el otro tenían una cuerda para ajustarse al propietario. Podían ser de tripa de cerdo o de cordero
El condón masculino se remonta a mil años antes de la era cristiana, cuando los egipcios utilizaban materiales como tela o vejigas de pescado para contener el semen.
“En Europa, se conoce al menos desde el siglo XVI, cuando el anatomista italiano Gabriel Fallopio describió el uso de un fino tejido de lino para prevenir las enfermedades venéreas. Los primeros preservativos eran de lino o seda, de uso incómodo y poco seguro”, agregó Guereña.
Luego se utilizarían las tripas de cerdo o cordero, que llegaron a España en forma clandestina de Inglaterra o Francia, a pesar de la todavía existente Inquisición, que los perseguía y los calificaba de “escándalo de la naturaleza”.
