Viernes, 3 de Mayo del 2024
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¿Los votos blancos y nulos benefician al que va primero en las encuestas?

Publicado el 04/06/11

Votar en blanco o viciado es un acto perfectamente válido a la hora de sufragar; es tan legítimo como votar a favor de uno de los candidatos. Quienes eligen esta opción es porque no les satisface ninguno de los dos aspirantes, ni Ollanta Humala ni Keiko Fujimori.

Después de haber estudiado sus propuestas, leído sus planes de gobierno y observado su desenvolvimiento en diversos medios de comunicación han llegado a la conclusión de que ninguno de ellos es una alternativa viable para asumir un cargo tan relevante como el de presidencia de la República. Tampoco les ha servido de nada haberlos sometido a un análisis clínico para tratar de determinar cuál de las dos opciones es el mal mayor y cuál el menor. Con cierto desencanto han llegado a la conclusión de que su condición de cáncer para uno y de sida para otro es irreversible.

Sin embargo, en algunos medios de comunicación se viene difundiendo la idea de que votar en blanco o viciado beneficia al que está arriba en las encuestas. Dado el sistema que se aplica en el cómputo de votos de la segunda vuelta, el voto viciado pasaría a formar parte de los votos del candidato ganador. Así las cosas, no habría ninguna diferencia entre tachar la cédula de sufragio y votar por el candidato que va primero en las encuestas. Incluso, algunos suspicaces podrían ver en ese acto de votación una forma muy sutil de votar a favor del supuesto ganador. Como si no fuera suficiente frustración saber que no se va a obtener la suma necesaria de votos blancos y viciados para anular los comicios, encima tendrían que soportar la humillación de que sus votos pasen a formar parte de una de las opciones rechazadas.

En la primera vuelta electoral hubo electores que sufrieron una frustración parecida cuando votaron por Alejandro Toledo. Ex presidente de la República, supuesto vencedor del debate electoral, investido de autoridad moral que le permitía exigirle a uno de sus rivales ideológicos que renuncie a su candidatura, creyeron ver en él al voto ganador. Pero los resultados electorales se encargarían de hacerles saber que no sólo había perdido, sino que había quedado cuarto, por detrás de uno de sus rivales ideológicos, y que había contribuido a que el cáncer y el sida pasen la segunda vuelta. Tarde, muy tarde, demasiado tarde, habían descubierto que se trataba de la encarnación del voto perdido.

No obstante, los abanderados del voto viciado no deben temer que algo así les ocurra, pues carece de fundamento la tesis de que votar en blanco o viciado favorece al que está primero en las encuestas. Se trata de una de los tantos estratagemas que se valen los simpatizantes de una u otra opción con el objeto de obligarlos a elegir al candidato de su preferencia.

“Están equivocados, porque aunque sé que las intenciones son las mejores del mundo y se trata de gente muy decente y principista, creo que votar en blanco o anular el voto es votar por quien va a ganar…y si gana Keiko Fujimori esas personas decentes y principistas verán que su abstención ha servido para que suban al gobierno la indecencia y la falta de principios. Es decir, que sin quererlo y sin saberlo han contribuido a una catástrofe de la que van a ser las primeras víctimas.”, sostiene el connotado escritor Mario Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura 2010. Keiko Fujimori es, por tanto, la alternativa que hay que evitar que gane a toda costa, por tratarse de la peor opción. Y si va primera en las encuestas, los votos blancos y nulos pasarán a incrementar la suma de los votos válidos, otorgándole de esta manera el triunfo en las elecciones.

Según el artículo 314 de la Ley Orgánica de Elecciones, la ONPE deja de lado los votos blancos y nulos del recuento, considerándolos no válidos. La suma de la cifra de votos obtenidos por ambos candidatos forma el nuevo universo de votos válidos. Es decir, se toma esta suma como si fuera el cien por ciento. Para obtener el porcentaje que le corresponde a cada uno de los candidatos, se aplica la regla de tres simple. Queda claro, pues, que los votos blancos y viciados no son tomados en cuenta en el cómputo y que el incremento del porcentaje de los candidatos es proporcional.

De este modo, aquellos que han optado por viciar su voto podrán cumplir su deber cívico yendo a su centro de votación con la certeza de que en él podrán manifestar su discrepancia para con ambos candidatos, a través expresiones, frases o signos ajenos al proceso electoral y que, una vez que la ONPE se haga cargo del conteo, éstos serán excluidos, dejando que la suerte del país se decida entre los votos ajenos a los suyos. Como todos los votos que se emiten luego de una larga reflexión, se tratará de un voto a conciencia.

Por: Ricardo Vargas Pinto



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