Como decían en mi barrio de Sandia, “ahora ya me puedo morir”. Así era la expresión más fiel para manifestar los grandiosos momentos de la vida. Y tenían razón los vecinos, porque eso fue lo que sentí el Martes 24 de Mayo del 2,011, cuando el gobierno condecoró con la Orden “Al Mérito por Servicios Distinguidos en el Grado de Gran Oficial”, a los afamados cocineros peruanos Teresa Izquierdo, Humberto Sato, Pedro Solari y Javier Wong.
Estuvimos presentes en el histórico acto realizado en la Cancillería, cuando el Ministro de Relaciones Exteriores, José Antonio García Belaunde, impuso las merecidas medallas, ante sus familiares y notables invitados.
Entonces se me pasó por la mente hacer este testimonio periodístico, para compartir mis experiencias dentro y fuera del país, sobre nuestra inigualable cocina peruana.
Dicen que los peruanos comen bien y bastante. Y que los turistas, se “chupan los dedos” cuando prueban nuestra comida. Así lo sostiene Teresa Izquierdo, la morena linda y querida, ícono de la gastronomía nacional. En ella todo empezó, desde San Luis de Cañete, cuando su mamá Luz Divina, le enseñó a cocinar a los 8 años. Y ahora, es considerada “La reina de la cocina criolla “.A ella, le agrada que la llamen guisandera y no cocinera. Y tiene razón porque probé su imbatible garbanzos con estofado de punta de pecho. Y de salida un ranfañote o si quieren el emblemático turrón de Doña Pepa.
Sus divinas manos ya la conocen varias generaciones, que dio lugar para la aparición de su imperdible restaurante “El Rincón que no conoces” en la 3 de Bernardo Alcedo, Lince, donde nació. Ahora, mis cercanos familiares, amigos y colegas que residen en el exterior me buscan para llevarlos a este santuario de la cocina nuestra. Se apuntan casi siempre con esa genuina carapulca, seco de cabrito, ese pato al ají con cerveza negra o el inevitable cordero a la “jijuna” con rocoto y pimentón.
Gracias a Dios a mi “tía” Teresa por recibirme hace años con su imponente figura, humilde como la gente del Sur. De esto lo saben muy bien presidentes, reyes, príncipes y los que engrandecen el país.
Si el “Mar de Grau” hablara que no le diría a Javier Wong. Quien más sabe de generosos lenguados y pulpos. No es casualidad que la famosa revista “The Guardian” lo designe como “El mejor cebiche del mundo”. Recuerdo a mi viejo amigo, filetear espectacularmente el divino pescado en su “warique” de Balconcillo, junto a la disquera Sono Radio, donde luego de promocionar a Fiesta Criolla, Los Chamas, Mario Cavagnaro, Jesús Vásquez, Los Pakines, hasta Eva Ayllón, “no pedía permiso” para asegurarme con un saltado, entre champiñones, pescado, pollo, es decir. Vieran hasta donde llegaban las llamas, el fuego de verdaderos sabores.
“Javi”, con su característico gorrito, viene de generación china. Amiguero con su pescado estrella el lenguado y sus vistosos cuchillos.
No se guarda nada cuando está en su cocina de Enrique León García 114 Santa Catalina, entre la 3 y 4 de Canadá. La invitación está hecha.
A Don Humberto Sato le dicen “El gurú de la gastronomía peruana”, por algo será. Es el maestro de los maestros en el Lomo Saltado. Nos cuenta, que si lo hubiese preparado hace 60 años en Japón, hubiese sido muy caro porque no había papa a la vista. Pero para suerte, de los que tienen “buen diente”, el nos atiende en su “Costanera 700″ de la Av. Del Ejercito 421 Miraflores. No se lo pueden perder.
Confesó que a los limeños le cuesta comer el marisco crudo, pero para él ya no es un secreto. Don Humberto cae bien, con su habitual sonrisa y alegre corazón. Sus dedos y conocimiento para los potajes tiene nivel internacional desde que nació en la calle 7 jeringas de los barrios Altos. Que gusto nos dio verlo condecorado, era el premio a su magia en la cocina.
No hay que pensarlo dos veces. Don Pedro Solari, es un cocinero exquisito. De buen vestir, hasta confeccionar su propia ropa. Don Pedro no entra en fusiones, ni menjunjes innovadoras, es auténtico y criollazo hasta en la cocina. Lean esto, dice.”El arte no es cortar cebolla, sino comprarla”. Si supieran las exquisitas recetas culinarias en su restaurante de Cahuide 991 Jesús María, allí se quedan para siempre. Una solamente, Fetuccini en salsa de huancaina, coronadas con chicharrón de calamar. O si quieren, arroz de 7 colores. O si quieren más tamal a la olla con almendras. Ah, el siempre risueño Solari cocina en Primus.
Y como presenta. Entre manteles de encaje, vajilla inglesa y cubertería de plata. Ya se sentaron por ahí, mi Celia Cruz, Onasis, aunque no lo crean. Esta es buena, dice, “Quien no haya comido mi comida, que se joda”.
Mis palabras dejaron de ser sonidos. Porque tuve el feliz destino de probar la míticas comidas de estos grandes y valiosos 4 peruanos. Cuantos hermanos peruanos me imagino aplauden y enaltecen estas condecoraciones. Por eso, tengo el orgullo de ser peruano y soy feliz.
Por Marcos Mendoza