La Reina Isabel II y su esposo, el duque de Edimburgo, no se quedarán a la fiesta que seguirá a la boda del príncipe Guillermo y Kate Middleton, y se perderán el discurso que tiene preparado su nieto Enrique, en su condición de padrino.
Tampoco escucharán las palabras que dirigirá el padre de la novia, Michael Middleton, a trescientos familiares y amigos de la pareja invitados a la recepción que ofrece el padre del novio, el príncipe Carlos, en el palacio de Buckingham, que comenzará a las 18.00 GMT y a la que seguirán una cena y baile.
La Reina y su esposo, ambos octogenarios, dejarán Londres tras ofrecer después de la boda una recepción a los invitados en el palacio de Buckingham y se dirigirán, según se cree, al castillo de Windsor, donde suelen pasar muchos fines de semana.
El príncipe Enrique, de 26 años, conocido por su carácter juerguista, se encargará de la parte final de la fiesta, que incluirá música de discoteca.
Según medios británicos, ha pedido al propietario de un conocido local nocturno frecuentado por él que le ayude con los preparativos de la fiesta, que para algunos, aunque no para Guillermo y Kate, durará seguramente hasta la madrugada.