Nueva York, (dpa) – Hace diez años los temores de los inversores apartaron de la dirección de Google a su fundador Larry Page, pero a partir de hoy vuelve a ser el director ejecutivo y con él regresan los interrogantes sobre el futuro curso del gigante de Internet y sobre su estilo de liderazgo.
¿A dónde llevará Page a Google? ¿Y qué tipo de jefe será? El empresario, de 38 años, sabe que cada uno de sus pasos será seguido de cerca.
No faltan pronósticos ni análisis de personalidad, y en lo que la mayoría coincide es en que Page no lo tendrá fácil. Por una parte no se lo considera un buen comunicador, sino más bien impulsivo. Además está frente a una tarea ciclópea: unificar las diversas actividades de la empresa bajo una línea de futuro.
Una anécdota del millonario de Internet Barry Diller dice mucho de los años previos de Page en Google. El empresario de la vieja guardia, ex poderoso gerente de Hollywood, se sintió ofendido porque durante una entrevista Page no dejaba de mirar su agenda electrónica.
“¿Es que te estás aburriendo?”, le dijo. “No, siempre lo hago”, respondió Page. “Eso no puede ser”, alegó Diller. “Yo lo seguiré haciendo”, zanjó el asunto Page sin ninguna carga emocional y sin apartar los ojos del aparato.
Episodios de este tipo, recogidos por el conocedor de la empresa Ken Auletta, hicieron que Page se ganara fama de ser un arrogante o al menos un “freak” de las computadoras sin capacidades sociales.
Pero la verdad es que se sabe poco del Larry Page actual y hay indicios de que ha aprendido de sus errores. Antiguos empleados de Google relatan escenas en las que el directivo huía para no tener que responder a sus preguntas. Hoy en cambio se reúne cada día con los principales directivos para poder hablar cara a cara. Y según el “Wall Street Journal”, habría prohibido trabajar en la computadora portátil durante las reuniones, para que no se repita un episodio como el de Diller.
Antes de la salida a Bolsa de Google en 2004, Page hizo una promesa que ahora es un desafío. “Google no es una empresa normal y no tenemos previsto serlo”, escribió con orgullo.
Por entonces los jóvenes cofundadores Page y Sergey Brin eran vistos de forma positiva como personajes que buscaban mejorar el mundo. Hoy en cambio el grupo es en muchos sentidos una empresa como muchas otras, un negocio cotizado que genera millones y que pelea duro por los porcentajes de mercado y por controlar los datos de los usuarios.
Sin embargo, algo del espíritu que buscaba mejorar el mundo permanece al parecer e impulsó a Eric Schmidt a dejar de ser el CEO de la firma. El año pasado Google sufrió un ataque organizado de hackers chinos, tras lo cual se enfrentó al gobierno del país y se negó a seguir censurando sus búsquedas en el gigante asiático, lo que por momentos pareció que iba a derivar en la pérdida del lucrativo mercado.
El cauteloso Schmidt, que se preocupó por la marcha del negocio, estuvo en contra de la medida, escribe Auletta en la revista “New Yorker”, pero Page y Brin finalmente impusieron su posición más combativa.