Lima, mar. 09 . En su labor de revalorar a nuestros escritores más valiosos, la Casa de la Literatura Peruana abrió el viernes pasado una exposición sobre César Atahualpa Rodríguez (1889 – 1972), escritor autodidacta, gran poeta conceptual arequipeño.
En la inauguración participó el presidente Alan García, entre otras personalidades, donde también se hizo presente Bertha Rodríguez, hija del escritor y quien velara por la mayoría de sus obras.
La muestra, que estará abierta hasta el mes de junio, parte de una línea de tiempo sobre el autor, además se presentan portadas de las revistas El aquelarre, donde escribió; y las carátulas de sus libros Los últimos versos, Cien poemas, Sonatas en tono de silencio, Dios no nos quiere.
Asimismo, se ha incluido fotografías de la ceremonia de entrega de la Medalla del Congreso, donde el autor aparece con Luis Alberto Sánchez, José Luis Bustamante y Rivero y Jorge Manchego.
Igualmente se presenta el manuscrito de un cuento inédito llamado “El último diablito”.
El autor fue fundador del grupo El Aquelarre, habiendo publicado cuatro números de una revista con el mismo nombre. Frecuentó a escritores de la talla de José María Eguren, Manuel González Prada y Abraham Valdelomar, quienes elogiaron su obra.
En 1917, fue nombrado director de la Biblioteca Pública de Arequipa, cargo que desempeñó hasta 1955. En 1926, la editorial Nuestra América de Buenos Aires, publicó La torre de las paradojas, primer libro del escritor, al que le precedió una vasta obra tanto en prosa como en verso y ensayo.
Doña Bertha se emociona al recorrer los espacios de la exposición, donde encontramos manuscritos, postales, ejemplares de sus libros e imágenes evocadoras, como caricaturas hechas sobre el autor.
Para la hija, este cariño para con sus escritos lo tendría también para publicar. “Decía que sus libros eran como sus hijos, por eso le costaba publicarlos y venderlos”, revela.
Por su parte la nieta del escritor, Helena Rodríguez, celebra la muestra en la Casa de la Literatura al ser la primera en su género sobre el escritor, quien, afirma, les enseñó “la dignidad y el gusto por la literatura y las artes”.
César Augusto Rodríguez Olcay, escogió el seudónimo “Atahualpa”, porque así lo rebautizó el poeta arequipeño Percy Gibson, uno de sus mejores amigos. En la muestra aparecen varios libros que se dedicaron entre sí.
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