Una influyente revista reveló las propiedades ocultas de la pareja gobernante: al menos 24 castillos, mansiones y casas de campo.
La investigación de Kommersant Dengi vuelve a agitar la sensación de corrupción entre los rusos. Vladimir Putin y Dimitri Medvédev acumulan, como mínimo, dos docenas de fastuosos palacios y villas para su uso exclusivo. Entre sus inmuebles se cuentan incluso una pista de esquí y un castillo en las afueras de París.
La publicación denuncia que la falta de transparencia en el Kremlin impide saber con exactitud cómo los dos hombres fuertes de Rusia obtuvieron su fortuna en ladrillos. El escándalo se disparó precisamente cuando el empresario Sergei Kolesnikov adjudicó a Putin la construcción de una mansión por más de 800 millones de dólares en las costas del Mar Negro, cerca del pueblo de Praskoveyevka.
Kolesnikov aseguró que los fondos para el palacio se consiguieron mediante una “combinación de corrupción, sobornos y robos”, y señaló como recaudador a un colaborador cercano del premier. De inmediato, los voceros del ex KGB salieron a desmentir cualquier conexión de Putin con la propiedad.
Ruleaks.net, la versión rusa de WikiLeaks, filtró varias imágenes de los interiores del castillo, adornados con frescos y muebles antiguos. Aunque publicó las fotos, el sitio aclaró que no podía confirmar a quién pertenecía la residencia colosal. Eso abrió suspicacias entre quienes saben de los vericuetos políticos de Moscú y de la velada carrera electoral entre Medvédev y Putin.