“Los aficionados me insultan y me llaman mono”, aseguró el defensor al diario Folha de San Pablo. Ante estos agravios, confiesa: “Por desgracia, he aprendido a vivir con ellos. Me sorprendió bastante al principio. Pero ahora no le doy importancia. Creo que las cosas sólo ofenden si se le da importancia”.
A pesar de que tanto los clubes como la Liga intenten implementar medidas para erradicarlo, Alves considera que estos actos en los estadios españoles son “incontrolables” y no acabarán “nunca”. “Convivo con el racismo todos los partidos, pero no me siento ofendido”, aclara.
“Mi familia está triste. Se quejan, pero trato de alejarme de ella. Creo que esta gente no tiene educación”, explica el futbolista, que rechaza la posibilidad de elevar una queja para tomar distancia y no agravar la situación.
El internacional brasileño, que se encuentra en París concentrado con su selección para la disputa de un partido amistoso frente a Francia, sufrió duros insultos racistas cuando disputó en abril de 2010 un partido frente al Espanyol, equipo con el que su actual club mantiene una histórica rivalidad deportiva, aunque el árbitro no reflejó ese incidente en el acta del encuentro.
“La gente me pregunta mucho sobre la presión del mundo del fútbol en Europa. Me río. Presión sentí cuando tuve que despertar a las cinco de la mañana a trabajar y luego correr diez millas para llegar a la universidad. Estoy en un juego donde se puede ganar, empatar o perder” concluyó Daniel Alves tras la dura revelación.