Sábado, 23 de Noviembre del 2024
turismo



Televisión tridimensional

Publicado el 05/01/11

Una de las novedades que pudieron adquirir los británicos en estas fiestas fueron los nuevos televisores tridimensionales. Sus pantallas planas son gigantes y allí uno puede ver cómo pareciera que a su cara llegase a impactar el balón disparado por un deportista o un objeto que se cae o mueve.

Como todo producto recién salido estos TVs son muy caros pues el más barato de ellos supera ampliamente los mil dólares o euros mientras que el costo anual para suscribirse a su señal puede ser incluso similar o mayor.

Sin embargo, hoy tiramos al tacho computadoras que hace una década costaban más y que hoy tienen especificaciones inferiores a las del ordenador nuevo más económico que se venda.

Con el tiempo el TV en 3D se va a popularizar hasta que éste llegue a ser tan difundido como hoy lo es la pantalla común y corriente. La tridimensionalización que se viene dando en la industria fílmica se ha de expandir a la de las series televisivas, las computadoras, los video-juegos, las publicidades, los celulares, el arte, etc.

Estas nuevas tecnologías ayudarán a enseñar a pilotear desde autos hasta aviones sofisticados, a diseñar productos o edificios, a operar cuerpos humanos, a estudiar en directo de todo, etc.

El único canal británico en 3D pertenece al australiano Rupert Murdoch, quien controla el diario más tradicional (The Times) y el más leído (The Sun) del mundo anglo-parlante, así como a la mayor cadena de cable británica (Sky). Esta última se ha especializado en canales deportivos ofreciendo desde tomas aéreas al detalle de partidos de fútbol rugby hasta el permitir que el televidente pueda usar el control remoto para repetir escenas o verlas desde otros ángulos.

A dos años de las Olimpiadas de Londres 2,012 Sky empezó a mostrar las primeras pruebas de filmaciones de encuentros deportivos en 3D. Esto ha de irse perfeccionando y masificando al punto que para cuando se den estos juegos en la capital inglesa dentro de un año y medio, éstos serán los primeros en ser transmitidos tridimensionalmente.

Brasil, quien ha de ser la sede del siguiente Mundial de fútbol (2,014) y de las sub-siguientes Olimpiadas (2,016), ya ha empezado a tener transmisiones en TV 3D.

Por ahora para ver la TV 3D hay que colocarse gafas especiales, aunque los chinos vienen desarrollando una pantalla que cuesta más que un auto y que permite ver tridimensionalmente sin tener que recurrir a anteojo alguno.

Mientras tanto, los innovadores ya deben estarse preparando para la nueva generación en adelantos visuales, los cuales implicarían que el espectador no solo esté al frente de la pantalla sino en medio de la escena, como si viviese en directo toda la producción.

Esto último que se ve en la serie Viajes a las Galaxias, la cual se supone que se sucederá dentro de varios siglos, es algo que quizá lleguemos a experimentar relativamente pronto.

¿Y cuándo arribaremos a ese estadio? ¿Cuándo la anterior segunda potencia mundial (Rusia) en el 2,018 sea por primera vez anfitriona de un Mundial o cuando Dubai, ciudad pionera en arquitectura de punta, se convierta en el 2,022 en el primer país del Asia occidental en ser la sede de dicha competencia deportiva, la mayor de todos los tiempos? ¿O quizás más adelante?

La pantalla 3D no solo revolucionará al deporte sino a todos los aspectos de nuestra vida diaria.

Monstruos voladores

En navidad se transmitió el primer documental grabado especialmente para el primer canal tridimensional del Reino Unido.

El tema escogido para dicho programa fue muy sugestivo: una producción destinada a mostrar las habilidades del objeto volador más grande que haya volado rápidamente antes de que apareciesen los aviones (los mismos que fueron el arma más avanzada en la I guerra mundial de 1914-18).

Éstos han podido durar más tiempo y poder reproducirse de mejor manera que cualquier helicóptero o Mirage.

Mientras las aeronaves son construidas con metales y se mueven con energía producida por hidrocarburos, dichos objetos estaban hechos en base a agua (‘hidro’) y carbono (‘carburos’). Es más, el petróleo que hoy mueve al mundo está producido mediante la descomposición orgánica de esos y otros objetos.

Los gigantes voladores a los que nos referimos llegaron a tener hasta más de 12 metros desde una a otra ala. Hasta hace un siglo y durante 65 millones de años nada de tal envergadura surcó los cielos.

Se trata de los reptiles alados (pterosaurios), quienes aparecieron y se extinguieron junto a los dinosaurios (entre los años 220/230 millones y 65 millones antes de nuestra era).

Hoy todos los animales que son capaces de generar su propio vuelo son insectos (como las moscas o abejas), aves (como los pájaros o gansos) o mamíferos (como los murciélagos o vampiros), aunque hay pocas especies de peces o calamares que pueden volar por encima del mar algunas decenas de metros para escapar de sus predadores.

Algunos humanos han podido ver a algún reptil que planee o salte de uno a otro árbol pero nunca a ninguno que vuele. No obstante, estos fueron los primeros vertebrados en conquistar los aires.

Si bien éstos fueron descubiertos antes que los dinosaurios, poco se sabía de ellos. Sus fósiles son más difíciles de hallar debido a que, por tener huesos huecos y livianos, se descomponen mucho más fácilmente que cualquier vertebrado que camine o nade.

No obstante, los pterosoaurios dominaron los cielos durante unos 150 millones de años, habiendo existido mucho antes, por más tiempo y adquiriendo mayores tamaños que las aves o los murciélagos.

En ‘Monstruos Voladores’, el programa de la TV 3D que estamos comentando, el mayor presentador de documentales de seres que hay (Sir David Attemborough) aparece piloteando al lado de un Quetzalcoatlus cuyo tamaño es superior al del avión que él conduce.

Este carnívoro aéreo lleva el nombre del dios serpiente emplumada de los aztecas, en tanto que otro de los 4 pterosaurios que protagonizan dicho documental tiene también otro nombre amerindio: Tapejara (del guaraní ‘ser antiguo’).

Mientras el primero fue descubierto al noreste de lo que fue el antiguo México (hoy es Texas), al segundo se le encontró en el noreste del otro gigante latino (Brasil).

El tapejara suramericano, si bien tenía un tamaño menor al de su pariente norteamericano, tenía una cresta mucho mayor, la cual servía para cautivar al otro sexo o como una vela que le permitiese surfear sobre el mar generando una forma de pesca nunca antes vista en el reino animal.

Los pterosaurios fueron los vertebrados voladores más antiguos, grandes y sofisticados. El estudio de estos ‘aviones-vivos’ crecerá para ayudar a que los humanos aprendan técnicas de vuelo y comprendan lo que generan las especies, su evolución y su extinción.

Aviones vivos
Hoy la mayor ave de rapiña es el cóndor. Sin embargo, en la misma región que él vive llegó a volar un ser cuyas alas fueron 4 veces más largas y su peso 10 veces mayor.
A este ‘avión vivo’ la ciencia le ha bautizado como quetzalcoatlus. Este no tenía plumas ni era un ave. Tampoco era un mamífero pues ponía huevos y no amamantaba.
Era parte de la orden pterosauria (‘lagartos voladores’), reptiles que se caracterizaba por tener un solo mega-dedo que sujetaba y maniobraba a cada una de sus 2 alas.
Los científicos discuten sobre cuál era el ancho mayor del quetzalcoatlus (entre 10 a 15 metros) pero coinciden en que su cabeza era más grande que todo un cuerpo humano. Cuando se paraba medía tanto o más que el animal más alto que hoy hay (la jirafa). Su visión le permitía ver detalladamente desde cientos de metros de altura objetos en ultravioleta.
Podía aterrizar sobre los nidos de los tiranosaurios para comer sus crías y luego con gran rapidez podía despegar para eludir el ataque de los mayores carnívoros que han caminado sobre la Tierra.
Cada día podía desplazarse a una distancia mayor que la que separa a uno del otro lado del océano Atlántico.
La parte que regula el vuelo en el cerebro de los quetzacoatlus era 3 veces mayor que la de cualquier ave. Este funcionaba como una bio-computadora capaz de recibir información desde cada parte de su cuerpo para ajustar en fracciones de segundo a su organismo ante las distintas corrientes de aire.
Su velocidad podía bordear los 130 kilómetros por hora. Es posible que incluso éste pudiese volar  también sin parar durante una semana cubriendo una distancia similar a la de la circunferencia de nuestro planeta, algo que no puede hacer hoy ningún animal o aeroplano.
Nuevos descubrimientos sugieren que éstos volaban apenas salían del cascarón (mientras que pájaros y murciélagos pasan por un periodo de aprendizaje materno), pero que, a diferencia de sus parientes tortugas o cocodrilos, poseían pelos y sangre caliente.
Los reptiles voladores o marinos (quienes llevan el título de haber sido los mayores monstruos de todos los tiempos tanto en  los aires como en el mar), a pesar que vivieron en la misma era de los dinosaurios (228 a 65 millones de años atrás), no fueron dinosaurios.
Es más, la clase de animales que terminó ocupando el nicho ecológico que dejaron los pterosaurios cuando éstos se extinguieron, fue una rama de los dinosaurios. De esta última salen los huevos y gran parte de la carne que consumimos.
La estructura ósea más parecida que hoy hay en relación al tiranosaurio es, aunque resulte difícil de creer, la del alimento preferido de las navidades: el pavo.
En China se ha descubierto que muchos dinosaurios poseían plumas.
El cataclismo que extinguió a todos los seres de gran tamaño no acabó con los dinosaurios (sino con una parte de éstos) y terminó haciendo que éstos pasasen de reinar la relativamente pequeña superficie terrestre para dominar los cielos y adentrarse en el mar.
Hoy la clase dinosauria se ha multiplicado en número de especies, las cuales bordean las 10,000 y que por orden de tamaño van desde el avestruz al colibrí pasando por la gallina.
Los pterosaurios, en cambio, no dejaron ningún descendiente vivo. Empero, una rama de los mamíferos que aprendió a volar (la de los murciélagos) coincidió en tener un tipo similar de caminata con 4 extremidades así como de alas (basadas en membranas de carne que se desprenden de los dedos).

Aviones vivos Hoy la mayor ave de rapiña es el cóndor. Sin embargo, en la misma región que él vive llegó a volar un ser cuyas alas fueron 4 veces más largas y su peso 10 veces mayor.A este ‘avión vivo’ la ciencia le ha bautizado como quetzalcoatlus. Este no tenía plumas ni era un ave. Tampoco era un mamífero pues ponía huevos y no amamantaba.  Era parte de la orden pterosauria (‘lagartos voladores’), reptiles que se caracterizaba por tener un solo mega-dedo que sujetaba y maniobraba a cada una de sus 2 alas. Los científicos discuten sobre cuál era el ancho mayor del quetzalcoatlus (entre 10 a 15 metros) pero coinciden en que su cabeza era más grande que todo un cuerpo humano. Cuando se paraba medía tanto o más que el animal más alto que hoy hay (la jirafa). Su visión le permitía ver detalladamente desde cientos de metros de altura objetos en ultravioleta.Podía aterrizar sobre los nidos de los tiranosaurios para comer sus crías y luego con gran rapidez podía despegar para eludir el ataque de los mayores carnívoros que han caminado sobre la Tierra.  Cada día podía desplazarse a una distancia mayor que la que separa a uno del otro lado del océano Atlántico. La parte que regula el vuelo en el cerebro de los quetzacoatlus era 3 veces mayor que la de cualquier ave. Este funcionaba como una bio-computadora capaz de recibir información desde cada parte de su cuerpo para ajustar en fracciones de segundo a su organismo ante las distintas corrientes de aire. Su velocidad podía bordear los 130 kilómetros por hora. Es posible que incluso éste pudiese volar  también sin parar durante una semana cubriendo una distancia similar a la de la circunferencia de nuestro planeta, algo que no puede hacer hoy ningún animal o aeroplano. Nuevos descubrimientos sugieren que éstos volaban apenas salían del cascarón (mientras que pájaros y murciélagos pasan por un periodo de aprendizaje materno), pero que, a diferencia de sus parientes tortugas o cocodrilos, poseían pelos y sangre caliente. Los reptiles voladores o marinos (quienes llevan el título de haber sido los mayores monstruos de todos los tiempos tanto en  los aires como en el mar), a pesar que vivieron en la misma era de los dinosaurios (228 a 65 millones de años atrás), no fueron dinosaurios.Es más, la clase de animales que terminó ocupando el nicho ecológico que dejaron los pterosaurios cuando éstos se extinguieron, fue una rama de los dinosaurios. De esta última salen los huevos y gran parte de la carne que consumimos. La estructura ósea más parecida que hoy hay en relación al tiranosaurio es, aunque resulte difícil de creer, la del alimento preferido de las navidades: el pavo. En China se ha descubierto que muchos dinosaurios poseían plumas. El cataclismo que extinguió a todos los seres de gran tamaño no acabó con los dinosaurios (sino con una parte de éstos) y terminó haciendo que éstos pasasen de reinar la relativamente pequeña superficie terrestre para dominar los cielos y adentrarse en el mar. Hoy la clase dinosauria se ha multiplicado en número de especies, las cuales bordean las 10,000 y que por orden de tamaño van desde el avestruz al colibrí pasando por la gallina.  Los pterosaurios, en cambio, no dejaron ningún descendiente vivo. Empero, una rama de los mamíferos que aprendió a volar (la de los murciélagos) coincidió en tener un tipo similar de caminata con 4 extremidades así como de alas (basadas en membranas de carne que se desprenden de los dedos).



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