El asesinato de John Fitzgerald Kennedy, presidente de los EEUU entre enero de 1961 y el día de muerte, el 22 de noviembre de 1963, ha sido objeto de interminables investigaciones de las que nunca surgió un resultado definitivo sobre la culpabilidad de su supuesto homicida.
Oswald fue arrestado menos de una hora después del atentado y murió dos días después, tras ser baleado por Jack Ruby -el dueño de un club nocturno-, mientras se encontraba en custodia policial.
La viuda de Oswald, Marina, buscó con éxito la exhumación en 1981. Quería poner a prueba la teoría que señalaba que un agente ruso de apariencia similar a la de su esposo había sido sepultado en la tumba.
Luego de una disputa legal con su ex cuñado, Robert, consiguió imponerse y poner a prueba la supuesta conspiración. Pero un examen médico mostró que el cuerpo correspondía efectivamente a Lee Harvey y fue devuelto al cementerio Shannon Rose Hill Memorial Park de Fort Worth, Texas.
Pero lo hicieron utilizando un nuevo ataúd. El féretro original, que había sufrido graves daños por el agua, fue vendido por la Funeraria Baumgardner, la firma sepulturera que estuvo a cargo de la nueva inhumación, a través de la casa de subastas Nate D. Sanders.
“Este fue el primer ataúd vendido por esta casa y era un artículo muy especial“, dijo Sam Heller, empleado de la empresa con sede en Santa Monica, California. Las pujas por el féretro comenzaron en Internet hace dos semanas.