El autor Mario Vargas Llosa, que ha sido nombrado este viernes Hijo Adoptivo de Madrid en la Casa de la Villa, aseguro, en tono jocoso, que después de ganar el Premio Nobel de Literatura su vida se ha convertido “en un laberinto y en una verdadera locura”.
“Estas últimas semanas han sido una verdadera locura, con todos los compromisos y, sobre todo, la presión mediática, que es hasta abrumadora, mucho más de lo que yo hubiera podido imaginar”, afirmo el escritor sin perder la sonrisa en ningún momento.
Durante la ceremonia, el escribidor nacional aseguro que Madrid le acogió en 1958 “con los brazos abiertos”, cuando estudiaba el Doctorado en Letras en la UCM, y ha añadido que, de no haber vivido en España, no hubiera sido el escritor que ha llegado a ser.
“Aquí decidí que iba a trabajar en sitios que me permitieran concentrar el mayor número posible de horas en la literatura. No podía ser un escritor de domingos, como en Perú, porque no hubiera sido escritor, como mucho ahora sería un aficionado”, ha indicado Vargas Llosa.
“A esta ciudad la quiero mucho, la siento aún más, y nunca podré olvidar que aquí fue donde vi, por primera vez, un libro mío. Esta es mi ciudad y la de mi familia, y desde ahora, mucho más. Me comprometo a hacer lo posible por defender a los madrileños”
A lo largo de su carrera, Vargas Llosa ha recibido diversos galardones internacionales, entre los que destacan el Premio Internacional de Literatura Rómulo Gallegos 1967, el Premio Cervantes 1994 y el Premio Ortega y Gasset de Periodismo 1999.
Entre sus publicaciones, figuran las novelas La tía Julia y el escribidor (1977), La guerra del fin del mundo (1981), La fiesta del chivo (2000), así como los ensayos Carta de batalla por Tirant lo Blanc (1990) y La tentación de lo imposible (2004)