Vladimir Putin es uno de los abanderados del logro deportivo histórico para Rusia que devengará grandes beneficios políticos, sociales y económicos. Fue suya la idea de no pedir visa a quien quiera ingresar al país para asistir a la Copa del Mundo 2018. Y también la de ofrecer pasaje gratuito de tren y bus entre las ciudades sede.
Otro de los argumentos esgrimidos para ganar fue la “solidez económica”. Tras la gran reforma de los 90, Rusia se transformó en una economía de mercado, apuntalada por su impresionante riqueza energética. Es el principal exportador mundial de gas y el segundo de petróleo.
Los inspectores de la FIFA vieron que las rutas del país no están en el mejor estado y que faltan trenes veloces que conecten las 13 ciudades que serán sede. Rápido de reflejos, el país anunció una inversión de U$S42 mil millones sólo para mejorar y modernizar los aeropuertos.
Qatar expuso razones muy similares a las rusas. “Seremos la ventana para se conozca un mundo nuevo”, afirma la presentación en la FIFA. Por primera vez, un país de Medio Oriente será sede de un Mundial de Fútbol.
Entre sus armas de seducción se destaca la construcción de 22 faraónicos estadios, todos con aire acondicionado. La temperatura media es alta y puede llegar a los 45 grados en verano. Afirman que la tecnología de refrigeración no emitirá gases que contaminen el medio ambiente y aseguran que se convertirá en un servicio de exportación.
El director del comité de propuesta Qatar 2022, Yasir Al Jamal, explicó que “los asientos del estadio se refrescarán utilizando aire que se soplará a la zona del tobillo del espectador, con una temperatura de 18º C. El mismo aire se proyectará desde la parte de atrás hacia el área del cuello de los asientos de los fanáticos”.
Qatar es el emirato más occidental de todo Medio Oriente. Tiene instituciones y una legislación que así lo acreditan. Es uno de los socios comerciales en los que más confían los EEUU.
El ingreso nacional de Qatar deriva principalmente de las exportaciones de petróleo y gas natural envasado. La riqueza y nivel de vida de los qataríes son comparables a Europa Occidental. Su PIB per cápita es el más alto del mundo (U$119.500).
Para los próximos cinco años se espera una inversión de U$S75 mil millones en el sector de hidrocarburos y unos U$S15 mil millones en infraestructura. Hay un boom inmobiliario que incluye la construcción de 37 nuevos hoteles de lujo, ahora más que necesarios de cara al Mundial de Fútbol 2022 que organizará la bautizada “perla de Medio Oriente”