Los directores de The New York Times, The Guardian, Der Spiegel, El País y Le Mondetuvieron que defender la ética de la decisión editorial de publicar un material sensible y supuestamente robado. “La gente tiene derecho a saber“, argumentaron casi al unísono.
Javier Moreno, director del diario español El País, fue el primero en dar la cara ante los críticos lectores en Internet. El primer gran cuestionamiento fue la peligrosidad de la información y el daño a nivel internacional. La respuesta de Moreno fue: “Los periódicos tenemos muchas obligaciones. Entre ellas no se encuentra el proteger a los Gobiernos, y al poder en general, de situaciones embarazosas”.
Otro lector fue más directo y preguntó: ¿Considera que las filtraciones en el portal Wikileaks son periodismo?. “Esa es una pregunta que roza la metafísica, dijo Moreno, elusivo. Digamos de forma más modesta que Wikileaks nos ha permitido hacer gran periodismo. Periodismo del que cambia la historia y del que los ciudadanos están cada vez más necesitados en un mundo donde los Estados y los políticos tratan cada vez más de hurtar la información a sus sociedades”.
Los lectores del periódico The Guardian fueron más filosos. “La excusa ´alguien lo va a dar a conocer de cualquier manera´ es patética. Tal vez sea legal pero está definitivamente mal”, acusó Brian Chrisman a Alan Rubbridger director periodístico del diario británico. “Estoy muy decepcionado con su rol en este tema”, apuntó otro lector.
Bill Keller, director de The New York Times también la pasó mal en su chat con lectores. “Su cobertura no me explica por qué eligieron publicar esta información. No me aseguran la veracidad de los documentos”, escribió Herb Zydney desde Nueva York. Keller se defendió diciendo que en las conversaciones con el gobierno de los EEUU, “ningún funcionario cuestionó el carácter de genuino del material y no sugirieron que habían sido manipulados”.