Tal como se preveía, la líder opositora birmana Aung San Suu Kyi fue liberada este sábado por la junta militar de su país tras cumplir siete años de arresto domiciliario.
El secretario general de Amnistía Internacional, Salil Shetty, saludó la noticia pero agregó que “si bien la liberación de Aung San Suu Kyi es ciertamente bienvenida, sólo marca el final de una sentencia injusta que se extendió de manera ilegal, y no es una concesión por parte de las autoridades”.
“El hecho es que las autoridades nunca deberían haber detenido ni a ella ni a muchos otros prisioneros de conciencia en Birmania, dejándolos fuera del proceso político”, agregó.
El domingo pasado se celebraron las primeras elecciones parlamentarias en Birmania en veinte años. La liberación de Suu Kyi parece producirse en un contexto político nuevo.
Según el gobierno militar, éstas marcaban el comienzo de la transición del poder a la sociedad civil.