Las fuerzas policiales y militares -800 soldados enviados hoy como refuerzo, 40 vehículos, cinco carros de combate con ametralladoras y varios helicópteros con luces infrarrojas- están cercando ya el Complexo Alemão de Río de Janeiro, donde deberá librarse en las próximas horas el enfrentamiento entre las fuerzas del orden y la concentración de narcotraficantes más numerosa.
Se piensa que el ataque puede darse a cualquier momento. Todos los preparativos son parecidos a los que precedieron ayer a la entrada en Vila Cruzeiro, cuyo territorio está ya en manos de las fuerzas del Estado. Pero la entrada en el Complexo Alemão se presenta más difícil y peligrosa por la extensión del territorio, las numerosas vías de escape y la agresividad de los traficantes de droga. Esta tarde los narcos desafiaban a los militares disparando al aire y mostrando sus armas sofisticadas a los agentes mientras les provocaban gritando: “vengan si se atreven”.
Todo el espacio aéreo del lugar ha sido cerrado para que los helicópteros de la televisión no puedan repetir tomas como las difundidas ayer durante la ocupación de Vila Cruzeiro. Los movimientos de policías y narcotraficantes, quienes acabaron fugándose al Complexo Alemão, fueron retransmitidos en directo en unas imágenes que luego han dado la vuelta al mundo.
Mientras tanto, sigue en pie la solidaridad de la población de Río con los militares, hasta el punto de que 3.000 policías y bomberos jubilados se han ofrecido como voluntarios para cooperar en la batalla contra los narcos. Y es que la ciudad ha interrumpido en gran parte su rutina. Muchas escuelas y centros universitarios de la ciudad siguen cerrados, los autobuses cambian a menudo de ruta para huir de los lugares más conflictivos y en los hospitales han sido pospuestas numerosas operaciones.
Durante la pasada campaña presidencial, en la que salió elegida Dilma Rousseff como sucesora de Lula en la jefatura del Estado, los sondeos indicaban que la primera preocupación de los electores era la seguridad pública. Le seguían la educación y la sanidad.
Los analistas recuerdan hoy que estos temas fueron precisamente los menos discutidos en los debates electorales y que será imposible a largo plazo acabar con la plaga de la violencia sin una verdadera revolución en la educación pública, cuya falta de calidad deja marginados a millones de jóvenes. Víctimas fáciles de las tiranías de turno, muchos de esos adolescentes acaban cayendo en la del tráfico de drogas. “Impresionaba ver en la televisión, correr fusil en mano a tantos muchachos para esconderse del tiroteo de las fuerzas del orden. ¡Es que eran unos niños!”, se sorprende un lector de la versión digital de un diario.