La iglesia católica de China, respaldada por el régimen comunista, ordenó el sábado un obispo que no contaba con la aprobación del Papa Benedicto XVI, a pesar de que un asesor papal consideró la medida ”vergonzosa” e ”ilegítima”.
La ordenación de Guo Jincai, en la iglesia Pingquan de la ciudad de Chengde, se hizo en medio de un fuerte operativo de seguridad en que decenas de policías cerraban el paso a la prensa. Sin embargo, también hubo un espíritu festivo, con letreros coloridos y lámparas tradicionales colgados afuera de la iglesia y fieles que se sacaban fotografías.
No estaba claro si los obispos leales al Papa habían sido obligados por el gobierno a asistir a la ceremonia, como temía el Vaticano.
China obligó a los católicos del país a terminar sus vínculos con El Vaticano en 1951 y sólo permite practicar esa religión en iglesias respaldadas por el estado. No obstante, millones de chinos participan de congregaciones extraoficiales que son leales al pontífice.
Las relaciones mejoraron desde que Benedicto XVI asumió y las disputas sobre designaciones de líderes de la iglesia oficial se habían evitado a través de un diálogo discreto. Esto llevó a la ordenación de varios obispos con la aprobación de la Santa Sede.
Sin embargo, Guo no cuenta con el visto bueno del Vaticano, quizás porque fue vicesecretario de la Asociación Patriótica Católica China, el grupo paraestatal que controla las iglesias católicas del país.