El despliegue, en el que participaron 750 agentes del FBI, permitió detener a 61 miembros de la Policía portorriqueña, una docena de oficiales de prisión y dos oficiales del Ejército de Estados Unidos, entre otros. Los arrestados han sido repartidos en 26 acusaciones distintas que incluyen cargos como posesión de cocaína o la posesión y distribución de armas ilegales.
El fiscal general norteamericano, Eric Holder, manifestó en una comparecencia pública que “sin ninguna duda los arrestos de hoy reducirán las operaciones de narcotráfico en Puerto Rico y ayudarán a reforzar los operativos de seguridad en la isla y otros lugares”. No en vano, Puerto Rico se ha convertido en un punto clave de la ruta de la droga entre Sudamérica y la zona este de Estados Unidos.
Las investigaciones han durado dos años y han detectado que algunos policías llegaron a recibir cientos de miles de dólares por permitir el tráfico de drogas. En caso de ser condenados, las decenas de personas arrestadas podrían enfrentarse a penas de hasta diez años de prisión.