Las cosas estaban así. Ingresaban al mar para disputar la ronda diez del repechaje cuatro surfistas: el peruano Matías Mulanovich, el tahitiano Hira Teriinatoofa y los australianos Mick Campbell y Drew Courtney. Los dos mejores pasaban a la final Open para enfrentar a los ya clasificados Gabriel Villarán y el brasileño Alan Jhones.
En esta instancia, la dirección técnica de nuestro equipo y los hombres de la FENTA (Federación Nacional de Tabla) hicieron sus cálculos. Si los dos australianos ocupaban los dos primeros lugares de la serie de Matías automáticamente los canguros ganaban el título mundial.
Campbell, un viejo tiburón de los mares de la Tierra era un bolo seguro para acceder a la etapa decisiva. Quedaba Courtney y Matías dejó de lado su ego y se convirtió en su cancerbero. Se pasó todo el tiempo de la manga estorbándolo e impidiéndole subirse a una ola. Simplemente le hizo la vida imposible y lo marcó hasta más no poder.
Matías se olvidó de sí y Courtney se desesperó tanto que llegó a agredirlo físicamente. A la salida de la serie se armó la trifulca con el público, que interpretó la pelea en el agua de diferente manera. Pensaban que el australiano era el malo de la película. Llovieron piedras, insultos de todo calibre y el ambiente se puso feo.
El hermano de nuestra reina Sofía logró su objetivo. Dejó al australiano fuera de combate, pero él también fue eliminado del torneo. Faltaba la última serie del campeonato y Gabriel Villarán, al conseguir la medalla de plata, le dio al Perú la máxima corona del surf universal.
Matías corría frente a su casa, en su querido balneario que lo vio nacer y crecer. Sus padres y ‘La Gringa’ eran testigos de la inmolación de un miembro de su familia por el bien del equipo nacional. Es un héroe. Es un peruano. Es de Punta Hermosa y con un corazón de león. Es el orgullo de la raza inca, aunque su apellido diga lo contrario.
Quiero agradecer a mis colegas y amigos que aplaudan a Pachacútec Matías, no por cambiar el rumbo de la tierra, sino por cambiar el rumbo de un título mundial. Es un caudillo, un anónimo guerrero, un verdadero patriota.