Sábado, 28 de Diciembre del 2024
turismo



Las minas de San José

Publicado el 18/10/10

Hoy una de las noticias más celebradas del mundo es la del rescate de 33 trabajadores de la mina de San José en Copiapó. A poco de que saliera el último de los mineros sepultados a 700 metros de profundidad durante casi 70 días, el presidente chileno ha salido de gira internacional para vender una nueva imagen de su país.

Sebastián Piñera es el primer mandatario derechista de su nación después de Pinochet. Él quiere hacer todo lo posible para limpiar la imagen de su propia coalición y de su nación de la sombra de la dictadura de 1973-90 que impuso el actual modelo monetarista que él sigue.

Hace unas horas cuando estuve con Piñera en el hotel Hilton de Londres él se vanagloriaba diciendo que Obama ahora menciona la palabra “hacerla a la chilena” como un sinónimo de efectuar un buen operativo. Su discurso se centró en mostrar cómo Chile es hoy un ejemplo al mundo en dar una buena noticia y en trabajar con solidaridad y excelencia.

El costo del rescate asciende a más de $US 20 millones. Sin embargo, como me dijo el opositor senador socialista Letelier, esa inversión es mínima en relación a lo que ha valido toda la publicidad que le ha dado la prensa mundial a la proeza de su país. El capital invertido en socorrer a los mineros hoy se recupera cuando Chile incrementa su imagen y además le vienen nuevos contratos.

La tragedia había destapado el hecho de que en Chile mueren cada año más mineros en accidentes que los 33 que allí estaban sepultados, así como de las largas jornadas laborales, los salarios bajos y la falta de seguridad para éstos. Piñera, con el rescate, logra modificar esa imagen y hacer que la gente no se acuerde tanto de ello ni de otros problemas sociales, como la caída huelga de presos mapuches.

Una de las pocas ciudades del mundo que están hermanadas a Copiapó (‘copa de oro’) es una boliviana que pareciese recordar al nombre del oro: Oruro. Las dos son capitales de sus respectivas regiones o departamentos, aunque la segunda queda en un desierto cerca al nivel del mar y tiene una población que equivale a casi la mitad de los 250,000 orureños quienes residen en un altiplano a 3,700 metros de altura.

La república de Chile y el departamento de Oruro celebraron sus respectivos bicentenarios durante las mismas semanas en que los mineros seguían atrapados. Oruro se creó en torno a una gran mina, la misma que también se llama San José.

Mientras escuchaba al presidente chileno hablar de su San José me acordaba del San José de los bolivianos, de cómo los orureños, si bien carecen de metro, tienen un riel subterráneo que conecta a uno y otro extremo de la ciudad, y que muchos hemos caminado a oscuras para cortar camino.

San José le da su nombre al equipo que les representa en la copa nacional de fútbol (en la cual ha campeonado en 1995 y 2007). Es también un lugar donde se ensaya todo el año la diablada, uno de los ritmos de uno de los mejores carnavales del mundo (el de Oruro), en el cual se hace homenaje a los diablos a cuyas estatuillas en los socavones los mineros deben ofrecerle coca para pedirle su venia para poder perforar sus infiernos.

Por otra extraña casualidad la mina boliviana de San José ocupó la atención de su propia nación en los mismos meses de Septiembre y Octubre pero de hace exactamente 25 años.

El derrumbe que se dio en la mina chilena del 5 de Agosto se dio un cuarto de siglo después de cuando el 6 de Agosto de 1985 Víctor Paz Estenssoro llega a la presidencia boliviana y decreta el ajuste económico más duro de la historia de esa nación.

Esto concatena una huelga general que produce un estado de sitio, ante el cual los asalariados responden entrando en una masiva huelga de hambre, siendo el centro de este ayuno el que miles de ellos hicieron en las profundidades de los socavones de la mina San José de la ciudad de Oruro.

Esta huelga produjo mucho costo y tensión sociales, el despido de más del 80% de los mineros del sector estatal y la consolidación del nuevo modelo de economía abierta y privatizadora que se inspiraba en el de Chile y que luego sería seguido por Perú, Argentina y otros países sur y centro americanos.

En cambio, el rescate de San José en Copiapó ha generado mucho costo monetario pero también una vasta simpatía y apoyo en todas las capas sociales de dicho país y del mundo, y es hoy presentada como la mejor carta de su nación para atraer o generar inversiones y empleos.

Los sucesos que pasaron en la San José boliviana de 1985 están asociados a una reacción ante un fuerte shock económico. En cambio, lo que aconteció con su homónima chilena 25 años después parecía que iba a librarse de estar ligada a ello.

Sin embargo, la prensa y el gobierno británicos le han brindado una atención como nunca antes se le ha dado a un mandatario andino. Esto en parte es, como lo plantea el diario The Guardian, una forma de distraer a la opinión pública pues en esta semana el gobierno conservador-liberal ha de revelar fuertes recortes sociales.

Tanto esta coalición británica como la ‘del Cambio’ en Chile acaban de debutar en el poder desplazando a un extenso periodo de gobiernos con liderazgo o presencia de la internacional socialista.

Piñera, Pinochet y Paz han compartido la misma escuela económica monetarista pero el primero, a diferencia de los otros dos, no ha necesitado de un cataclismo social para imponer sus medidas. Cuando Piñera entró a gobernar ya su país venía siendo el primero del hemisferio en haber implantado esas recetas. Él, hoy, más bien, se ha valido de este cataclismo de la naturaleza y de haber logrado liberar con vida a sus compatriotas sepultados para querer consolidarse.

Piñera buscar aparecer con un rosto solidario y social, en contraposición al que tuvieron los otros dos presidentes mencionados, los mismos que ya fallecieron y están sepultados.

El Cristo moreno

El lunes 18 de Octubre sale nuevamente la procesión de Lima, la cual es una de las más grandes (sino la más masiva) de la cristiandad.  Ka mayor festividad religiosa andina es también una expresión del sincretismo que en esa región se ha dado entre las 3 mayores razas de la humanidad.

El Señor de los Milagros es tan importante para los peruanos que en todas partes donde hay una significativa colonia de ellos, éstos organizan sus propias procesiones en su honor.

Por esta última razón el actual gobierno peruano decidió transformar a éste en el patrono del Perú y también para que la fecha del inicio de su procesión sea el día en que honrase a su diáspora.

El millón de creyentes que sale ese día a peregrinar a las calles de Lima es un número de personas igual o mayor que el que va a divertirse al carnaval más concurrido de Europa (el de Londres) en su día de mayor apogeo.

La gran mayoría de quienes acuden a esa procesión lo hacen por fe y sin saber que son protagonistas de una de las combinaciones culturales más importantes entre las 3 grandes razas.

Esta veneración se empezó a dar en Lima hace un tercio de milenio cuando esta ciudad era la sede del virreinato americano más grande que haya habido (el mismo que ocupaba a la mayor parte de Suramérica, en un territorio mayor al del actual EEUU). La ‘ciudad de los reyes’ llegó a ser el principal centro para la expansión del catolicismo, la hispanidad y la inquisición en los Andes y la Amazonía.

A éste se le dice también el Señor de los Temblores debido a que sobrevivió a 3 grandes terremotos y un maremoto.  Esta figura es, como muchas otras del catolicismo, una que se yuxtapone a un antiguo ídolo local. En este caso, se trata del dios pre-colombino de Pacahacámac,  cuya ciudad-santuario quedaba al sur de la actual metrópolis de Lima y que era venerado por los andinos como su protector ante los desastres naturales.

Si bien hoy el departamento de Lima es el más “españolizado”  y “occidentalizado” del Perú, allí hay una milenaria tradición amerindia. Al norte de éste (Caral y su entorno) se edificaron hace casi 5,000 años las primeras ciudades del hemisferio occidental y al sur de éste se piensa que surgió el quechua (la lengua amerindia más hablada). Tal fue la importancia de la zona de Lima para los antiguos andinos que los españoles decidieron allí construir su capital y es en sus pampas donde en 1536 sellaron la derrota de Manco Inca gracias al apoyo que le dieron muchas etnias locales.

Además de tener influencia de los pueblos de raza blanca y amarilla o cobriza, el ‘Cristo Moreno’ la tiene de la raza negra.

Este fue pintado por un esclavo angolano y era visto como un símbolo para los 10 mil africanos de Lima (casi un 30% de los 36 mil habitantes que entonces tenía dicha urbe). Aún hoy, la procesión es acompañada por cientos de ambulantes que venden los principales potajes asociados a los afro-peruanos: el turrón de doña pepa, los anticuchos y los picarones. El equipo de fútbol tradicional de los negros de Lima (Alianza) cambia sus colores azules por el morado en Octubre en homenaje al Cristo Moreno.

Al margen de que uno crea o no en esa figura, lo cierto es que su culto expresa la síntesis de las 3 grandes razas humanas y que es una muestra más de que América Latina ha sido uno de los crisoles de la actual globalización.

Los africanos del océano Pacífico

África, el tercer continente más grande en área y el segundo en población, está rodeado por el océano Atlántico a su oeste y por el Índico a su este, y por el mar mediterráneo a su norte. África es la única gran masa continua de tierra que no bordea al mayor océano de todos (al Pacífico).
De allí que el título de este artículo pareciese un absurdo. Sin embargo, en el océano que tiene una superficie marina mayor a la de toda el área terrestre habitable  del planeta hay varios pueblos negros.

Los que están en la orilla occidental son los ‘negritos’ de Filipinas y Malasia, los melanesios, los aborígenes australianos y otras etnias de piel de ébano que descienden directamente de quienes llegaron allí caminando directamente desde el cuerno de África contorneando el océano índico hace unos 60,000 mil años. Los primeros humanos que salieron del continente negro arribaron a Nueva Guinea y Australia mucho antes de alcanzar a las tierras más frías de Europa, China o Siberia o cruzar luego el estrecho de Bering hacia América.

Esos pueblos, si bien mantienen una piel oscura (al igual que muchos otros del subcontinente indio) tuvieron su propio desarrollo muy independiente. Sus vínculos con África (con sus idiomas, culturas y creencias) quedaron rotos durante milenios, aunque los malayos influyeron con sus lenguas a Madagascar.

Hay algunas teorías que afirman que los primeros suramericanos pudiesen haber llegado desde el continente australiano, pero esa influencia negroide quedó suprimida o absorbida por los amerindios.

Los africanos que arribaron al Pacífico lo hicieron entre los siglos XVI y XIX. Ellos llegaron contra su voluntad y arribando como esclavos a las tierras que en esas épocas eran las más alejadas de llegar ya sea por vía terrestre o marítima desde sus tierras natales.
Las principales poblaciones afro-descendientes del Pacífico castellano-hablante son aquellas que se encuentran justo en el medio del oeste hispanoamericano: en aquella franja de la costa occidental que va desde el sur de América Central a la del norte y centro de la de Suramérica.

En los países hispánicos del  Pacífico residen unos 15 a 25 millones de descendientes de los antiguos esclavos africanos. La variedad de esa suma es depende de cómo estos han sido medidos, aunque es posible que ese número sea incluso mayor pues mucha gente siente vergüenza de reconocer que tuvo ancestros esclavos y algunos (como mi persona y muchos otros millones más) tenemos una piel que muestra más la influencia de otras razas.

De hecho en toda la costa oeste suramericana que está encima de la línea ecuatorial hay un porcentaje de población negra mayor que el que se encuentra en el norte de África.

¿Afro-descendientes?

Esta palabra es usada para designar a los que tienen piel o raíces negras. Sin embargo, este vocablo no es exacto.
Todos los seres humanos somos afro-descendientes. Las pruebas genéticas muestran fehacientemente que nuestra especie nació con piel oscura y en el continente negro. Unos creen que nuestra especie nació en el este africano y de allí hace unas 2,000 generaciones se expandió al resto del globo y otros creen que somos el resultado de una combinación y modificación de otras especies que previamente tuvieron su origen en esa misma región.
Por otro lado, los españoles y portugueses (de quienes muchos no solo hemos heredado su idioma y parte de su cultura, sino sus genes) son los pueblos más africanos de Europa. En la edad antigua Iberia fue un terreno de disputa entre los pueblos europeos del norte del Mediterráneo y los pueblos semitas del norte del África. Esta península fue ocupada y transformada durante la mayor parte del Medioevo por pueblos moros que vinieron del Magreb africano. En el mismo año (1492) en que los españoles llegaron a América es que lograron expulsar a los africanos de Andalucía.

Si bien hoy las fronteras entre Europa y África  se hallan delimitadas por el estrecho de Gibraltar hasta poco antes de entrar a la Edad Moderna éstas llegaron a estar cerca o en torno a la cadena de montanas de los Pirineos, la misma que hoy separa a Francia de España.

El español y el portugués son los idiomas europeos que más influencia tienen de lenguas semitas traídas por los africanos. La principal lengua madre de las personas de raza negra en el mundo es el portugués Este idioma es hablado por los 200 millones de brasileros, la mitad de los cuales son de origen africano, por 10 millones de portugués, gran parte de los cuales nació en África o de padres africanos, y por 30 a 40 millones de africanos. España y Portugal son las 2 únicas naciones europeas con autonomías en el África Occidental (Francia tiene otra en el mar que va entre Madagascar y la India).

África no solo está poblada por la raza negra. Al norte del Sahara y en su punta sur hay una gran población de origen semita o europeo, mientras que hay millones de personas de origen sud-asiático  que han nacido en las antiguas colonias británicas del este africano.

El término más apropiado para referirse a los descendientes de africanos negros y de esclavos es, precisamente, ese. Ello es algo que no debe darnos vergüenza, sino orgullo y, más bien, debe servir como un motivo para que los 200 millones de americanos cuyos antepasados sobrevivieron el holocausto esclavista puedan reivindicarse, de la misma manera que lo vienen haciendo los judíos que supervivieron a la barbarie nazi.



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